La publico ya que es la única que encontré acerca de este autor que llamó mi atención desde que recientemente leí "Crimenes Coloniales"; si tienen la posibilidad de leerla, no se van a arrepentir. Saludos!
Lo que se nota de esta Joven Guardia es que son un grupo de escritores que formaron una red y que se supieron ubicar en los medios. Entonces, ¿son tipos que escriben bien o se hacen conocidos porque están hoy en los medios?
Me parece que la pregunta tiene escondido un error. Es cierto que varios de los escritores de esta generación tienen cierta presencia en los medios, pero en este caso el orden de los factores altera el producto. Vos fijate que cuando sale la Joven Guardia, que creo que es el punto de inicio, Maximiliano Tomas no trabajaba en el diario Perfil, Juan Terranova no trabajaba en Perfil, yo tampoco trabaja en Perfil, ni nada. Mariana Enríquez ya trabajaba en Página/12, pero Mariana ya venía publicando libros de antes. Mariana publica el primer libro a los 17 años. Fue una especie de niña prodigio, creo que la invitaron hasta al programa de Mirtha Legrand, una cosa así. Pero la mayoría de los que estábamos en la Joven Guardia en ese momento no laburábamos en los medios, ni nos conocíamos entre nosotros. Nos conocemos a partir de la Joven Guardia, y nos empezamos a dar a partir de la Joven Guardia. Y después Maxi asume como director del Suple Cultura del diario Perfil y ahí hay, sí, una decisión de él de que esta camada de escritores sean colaboradores del suplemento: Terra, Fede Falco, Hernán Arias, Samy Schweblin. Yo lo que digo es que cada camada de escritores se identifica con un medio o con un suplemento cultural. La camada anterior está netamente identificada con el Radar de Página/12. (Que casualmente es el único diario de toda la Argentina que no publicó ninguna reseña acerca de la Joven Guardia, pequeño detalle.) Y hoy esa camada está muy identificada con el diario Perfil.
Hay también mucho blog.
Sí, hay mucho blogger, pero no sé si eso es ser mediático o acceder a medios masivos. Es distinto. Está el que usa el blog como diario, está el que lo usa para cualquier cosa, para experimentar, y están las redes. Lo que sí tiene esta generación, a diferencia de la inmediatamente anterior, es que no veo que haya una clara división entre dos grupos. Me parece que hay algo más armónico. Cuando surge una idea todos se suman, no tienen drama en laburar en conjunto, mientras que los anteriores con la división entre Planetarios y Babélicos se mataron durante años y de esa lucha quedó poco y nada. Me parece que la diferencia pasa, más que por ser mediáticos, por no participar de una carnicería. Está primero el escribir. No hay vedetismos en ese sentido. Sí los hay en otros: alguien para escribir tiene ego, eso es obvio. Pero no hay grandes disputas.
Es algo que se nota en la camada, que parece que se mueven en bloque.
"En manada", creo que es la expresión que usaron en Clarín el domingo. No sé si es elogio o crítica, pero definitivamente es cierto.
Lo que todos esperamos, por lo menos como lectores, es que de este conjunto de escritores subsista un grupo que se mantengan en pie y otros que por ahí se dediquen a otras tareas. Lo que dije de Palermo Hollywood es porque parece moda. Y una moda termina. ¿Cómo subsiste el escritor de La Joven Guardia excediendo Palermo Hollywood?
Vamos a dejar de ser un grupo de jóvenes escritores cuando ya todos tengamos canas, panza y poco pelo. O sea, se va a dar por una cuestión biológica, no literaria. Vamos a dejar de ser jóvenes, no escritores. A mí me parece que de la camada hay algunos que ya demostraron que van a seguir. Porque ya vienen laburando mucho: Oliverio Coelho publicó cuatro libros, Juan Terranova tres novelas y ahora publicó...
Una crónica.
Una crónica, que se la piden, él la hace y se convierte en bestseller. Mariana Enríquez está por sacar otro libro, Pedro Mairal viene laburando desde hace mucho, y saca una nouvelle a fin de año. En realidad, el signo de pregunta pasa más por las apuestas que se hicieron en esta antología. Que son los que no estaban tan afirmados hasta que se los publicó ahora. Y ahí sí hay un signo de pregunta. Eso depende por un lado del público si los acepta, y por el otro de si ellos siguen escribiendo. Mi percepción es que todos van a seguir escribiendo, porque a la mayoría los empecé a conocer, y uno se da cuenta cuando alguien va a escribir. Creo que la diferencia entre un grupo de gente que se reúne para difundirse o hacer lobby y un grupo de escritores es que un escritor no se imagina dejando de escribir. Obviamente no van a subsistir todos en cuanto a la publicación porque no lo da el mercado, no por lo que den ellos como autores. Depende de ser aceptados por un público lector que tiene una cierta reticencia a aceptarlos por lo descalabros que hizo la generación anterior. En cierto sentido, nosotros estamos pagando esos platos rotos.
Sin embargo, no se pusieron en un plan de parricidio.
No, para nada. Hay una frase de Juan Terranova que es buenísima. Dice "La generación anterior tenía que matar a Borges, a Cortázar, a verdaderos ídolos. ¿Nosotros a quién vamos a matar? ¿A un tipo que vendió 5 ejemplares?". No tiene mucho sentido. Sería formar parte otra vez de la endogamia, de un grupo de gente que sólo se lee entre sí. Una de las posibilades que tiene nuestra generación es abrir el juego. A mí sinceramente, en lo personal y en esto no hablo en nombre de la generación, no me interesa tanto que analicen en Letras lo que escribo sino llegar al lector común.
¡Buenísimo! Una toma de posición.
Sí, es una toma de posición. Yo me identifico más con Fontanarrosa que con Kohan, por así decirlo. No me gusta la cuestión endogámica. Es falsa la dicotomía Mercado-Academia, como que en Mercado hay guita y en Academia hay nobleza. ¿Por qué? Porque hoy un escritor argentino promedio lo que puede ganar siendo un bestseller es poco dinero. No se hace rico, ni mucho menos. Sin embargo, si publico un libro que vende 300 ejemplares, 200 ejemplares, es un fiasco desde el punto de vista comercial. Pero si en verdad uso ese libro para sumar puntos para solicitar becas estoy ganando más dinero que si fuera un supuesto bestseller literario. Hoy hay más plata en la academia que en el mercado, claro que sin contar los manuales de autoayuda y todo eso. Me rompe bastante las bolas, la gente que se arroga el poder de decidir qué es literatura y qué no. Como que el lector no existe en esa decisión. Y hay una cuestión que tiene que ver con reconocimiento de pares, entre escritores, otra que tiene que ver con reconocimiento del público y otra cosa que tiene que ver con el reconocimiento de los estudiosos. Pero Argentina es un caso muy particular. Es uno de los pocos países en el mundo donde casi toda la gente que se forma en crítica quiere escribir ficción, cuando en realidad se tendrían que especializar en la crítica. Y encima se recomiendan entre ellos, sólo al grupito cerrado... Digo, para darte un paralelo: yo no quiero leer una novela de Harold Bloom, porque debe ser horrenda.
Hay una frase de tu prólogo, que me llamó mucho la atención, donde decís que casi ningún escritor argentino habla de sexo.
Muy pocos. Algunos poetas hablan de sexo. Digamos, Pizarnik. Pero pocos escritores. Dalmiro Sáenz es uno de los que escribió bastante acerca de sexo. Pero es poco lo que se ha hablado, alguna escenita dentro de una novela. Hay bastante en Puig, pero son casos infrecuentes.
Pero no hay un Houellebecq, no hay un Kundera, no hay un Martin Amis.
No, no los hay. Las camadas previas, en términos generales, apuntan fuera de lo netamente sexual. No hay un Bukowski en la Argentina. No hay un Herny Miller.
Que son los que mencionás como modelo paradigmático.
Sí, son los tipos que hicieron su obra literaria en base a escribir sobre sexo. Y a través del sexo contaban muchísimas otras cosas. Acá se cuentan muchas cosas, entre ellas el sexo. El esquema es distinto, inverso te diría.
¿En celo llega para cumplir, para ocupar el lugar? ¿O actúa como punto de partida para que haya menos histeria y más sexo?
Mirá, en realidad En Celo es un punto de partida para otra cosa, que es una serie de antologías temáticas. La idea que tuvimos con la gente de Sudamericana es que los lectores se puedan enganchar con los nuevos escritores por el deseo de leer nuevos escritores o por el interés por un tema específico. Que se crucen esos dos caminos de acceso a la lectura. En relación al sexo como cuestión central en una obra literaria, yo no sé si de estos autores de la antología habrá muchos. De hecho, a varios los convoqué porque nunca habían escrito de sexo. A propósito. Para ver cómo abordaban la cuestión. Y a varios que sé que son sexópatas no los convoqué para esta analogía sino para la próxima que es de casos policiales.
Para romper el esquema.
Para sacar al escritor del molde. Juego con ellos como antólogo. En cierto sentido, me interesa que escriban a partir de una cierta incomodidad. Pero en relación a lo que me preguntabas, no me imagino quién haría algo con el sexo como central en su obra... Juan Terranova, quizás.
Estaba pensando en él.
Sí, Juan probablemente. Oliverio Coelho quizá, pero con otro estilo, otro abordaje. Ni idea quién más. De los demás autores no sabría decirte.
¿Dónde ves tu mano en el libro?
En realidad la tarea de antólogo es muy ingrata en el sentido de que si alguien lee un cuento que le parece una cagada va a preguntarse cómo el antólogo lo incluyó. Pero al mismo tiempo, si esa misma persona lee un cuento que le gusta va a decir qué bueno el autor que lo escribió. Y ser antólogo y alguien que quiere escribir... Uso bastante la comparación con un director técnico de fútbol: el antólogo ve por dónde corre cada uno, cuáles posiciones pueden ocupar, quién es el goleador, quién el arquero... Siguiendo con esa comparación medio berreta, yo me siento como Ramón Díaz, que me lo imagino todo el tiempo a punto de ponerse los botines para entrar en la cancha. De hecho, yo había escrito un cuento para la antología y al final dije "no voy a quemar el libro regalándole una herramienta a quien quiera criticarlo diciendo que yo incluí algo mío". [Nota: se puede escuchar el cuento leído por el propio DGT]. Pero como antólogo hacés muchísimas cosas. Con los escritores que recién empiezan tenés un laburo grande de edición, de ida y vuelta del cuento, de muchas versiones. También es difícil decidir cuándo convocar a quiénes. De nuevo el fútbol: vos sabés que tales son buenos, pero sabés que quizás es mejor no poner once delanteros en el mismo equipo. Hay que ver cuándo el tema da para que lo aborde cada autor, más allá de lo bueno que sea ese autor en general... Y también es difícil después, cuando llega la hora de ordenarlos. Para armar la antología, uno tiene que poner a varios de los ya más o menos consagrados, varios desconocidos absolutos porque ése es también el sentido de la colección, varios que estén ahí en el medio... También tenés que tener en cuenta que sea parejo entre hombres y mujeres, que sea parejo entre estilo experimental y más clásico. Ahora que salió la primera antología me dicen por qué hay tan pocos autores del interior, así que también tendré que tomar eso en cuenta, hay varios autores del interior que me están mandando lo que publicaron para que los lea... Tenés que ir jugando, armando una grilla. Eso a la hora de elegir a quiénes convocás y les encargás un cuento. Y después esperar a ver qué escriben. Es el momento más difícil.
¿Tuviste que rechazar alguno?
No se rechazó ningún cuento. Tanto en esta antología como en la siguiente. Tuvimos suerte porque nos habíamos impuesto quince autores por antología, pero al final la gente de Sudamericana aceptó que extendiéramos el presupuesto. Lo que sí se rechazaron, en su momento, fueron primeras versiones. De decir "me parece que se debería ir por otro lado". Y en general no hubo dramas. Creo que los traté con respeto y en general me han agradecido ese laburo. Y creo que a partir de ese trabajo hay cuentos buenísimos en segundas, terceras o cuartas versiones que se parecen muy poco a la primera. Pero te repito, es un laburo raro. Digamos, para quien además de compilar escribe es muy extraño, porque yo todo el tiempo estoy con ganas de escribir. Pero bueno, es aprender a pararse también en otro lado.
Una crítica: yo tenía ganas de calentarme. Y me costó.
Eso tiene que ver con los fantasmas de cada uno, quién se excita y quién no se excita. Pero no es una estafa del libro. Yo remarco que son cuentos sobre sexo, no cuentos eróticos. Lo que pasa es que varios medios lo están anunciando como cuentos eróticos. Hay cuentos que utilizan el porno, como Mariana Enríquez en varios segmentos. El de Pedro en un segmento. El de Marina Mariasch en otro. Hay otros que son mucho más sutiles en el tratamiento del sexo. Se les dio total libertad a los autores. Que cada uno hiciera lo que desease. La idea fue que laburasen con libertad. De hecho, cuando me reuno con la editora de Sudamericana-Mondadori, Glenda Vieites, teníamos cierto temor: "es Sudamericana, esperemos que los autores no se zarpen." Y más tarde, desde la misma editorial enfatizaron en la libertad, en que cada autor se zarpase todo lo que quisiera.
Ya desde el loguito del fuckyou digital es toda una toma de posición.
Sí. Es una toma de posición. Estoy asombrado con el apoyo que contamos de Sudamericana. Pusieron toda la carne al asador, el diseño fue el que se nos cantó, se inauguró directamente una nueva colección... Nos dieron libertad absoluta. Tanto en este como en el que sigue. Así que si algo sale mal, la responsabilidad es nuestra.
¿Ya están planteando un tercero?
Estamos viendo cómo arranca esto para ver qué pasa el año que viene. La idea sería sacar dos más el año que viene. Te confieso algo: yo presento el proyecto como la antología "En celo", solamente. Y la respuesta de ellos fue: aprobado, y queremos que se arme una colección de antologías temáticas.
¡Qué bueno!
Rarísimo. Muy inusual. Y a partir de ahí empecé a presentar temas. En realidad, lo que ellos me piden es el tema general y cómo lo voy a subdividir. La gracia del antólogo, en ese sentido, está en el menú. El de casos policiales qué casos tenían que ser, cuáles dejar afuera, en el de sexo yo les di una grilla con todas las prácticas sexuales y ellos iban eligiendo cuál iban a tocar, o con cuál iban a tocarse. (risas)
Y con esas últimas risas, terminó la entrevista.
Públicado en el blog de Patricio Zunini Hablemos del asunto
Lo que se nota de esta Joven Guardia es que son un grupo de escritores que formaron una red y que se supieron ubicar en los medios. Entonces, ¿son tipos que escriben bien o se hacen conocidos porque están hoy en los medios?
Me parece que la pregunta tiene escondido un error. Es cierto que varios de los escritores de esta generación tienen cierta presencia en los medios, pero en este caso el orden de los factores altera el producto. Vos fijate que cuando sale la Joven Guardia, que creo que es el punto de inicio, Maximiliano Tomas no trabajaba en el diario Perfil, Juan Terranova no trabajaba en Perfil, yo tampoco trabaja en Perfil, ni nada. Mariana Enríquez ya trabajaba en Página/12, pero Mariana ya venía publicando libros de antes. Mariana publica el primer libro a los 17 años. Fue una especie de niña prodigio, creo que la invitaron hasta al programa de Mirtha Legrand, una cosa así. Pero la mayoría de los que estábamos en la Joven Guardia en ese momento no laburábamos en los medios, ni nos conocíamos entre nosotros. Nos conocemos a partir de la Joven Guardia, y nos empezamos a dar a partir de la Joven Guardia. Y después Maxi asume como director del Suple Cultura del diario Perfil y ahí hay, sí, una decisión de él de que esta camada de escritores sean colaboradores del suplemento: Terra, Fede Falco, Hernán Arias, Samy Schweblin. Yo lo que digo es que cada camada de escritores se identifica con un medio o con un suplemento cultural. La camada anterior está netamente identificada con el Radar de Página/12. (Que casualmente es el único diario de toda la Argentina que no publicó ninguna reseña acerca de la Joven Guardia, pequeño detalle.) Y hoy esa camada está muy identificada con el diario Perfil.
Hay también mucho blog.
Sí, hay mucho blogger, pero no sé si eso es ser mediático o acceder a medios masivos. Es distinto. Está el que usa el blog como diario, está el que lo usa para cualquier cosa, para experimentar, y están las redes. Lo que sí tiene esta generación, a diferencia de la inmediatamente anterior, es que no veo que haya una clara división entre dos grupos. Me parece que hay algo más armónico. Cuando surge una idea todos se suman, no tienen drama en laburar en conjunto, mientras que los anteriores con la división entre Planetarios y Babélicos se mataron durante años y de esa lucha quedó poco y nada. Me parece que la diferencia pasa, más que por ser mediáticos, por no participar de una carnicería. Está primero el escribir. No hay vedetismos en ese sentido. Sí los hay en otros: alguien para escribir tiene ego, eso es obvio. Pero no hay grandes disputas.
Es algo que se nota en la camada, que parece que se mueven en bloque.
"En manada", creo que es la expresión que usaron en Clarín el domingo. No sé si es elogio o crítica, pero definitivamente es cierto.
Lo que todos esperamos, por lo menos como lectores, es que de este conjunto de escritores subsista un grupo que se mantengan en pie y otros que por ahí se dediquen a otras tareas. Lo que dije de Palermo Hollywood es porque parece moda. Y una moda termina. ¿Cómo subsiste el escritor de La Joven Guardia excediendo Palermo Hollywood?
Vamos a dejar de ser un grupo de jóvenes escritores cuando ya todos tengamos canas, panza y poco pelo. O sea, se va a dar por una cuestión biológica, no literaria. Vamos a dejar de ser jóvenes, no escritores. A mí me parece que de la camada hay algunos que ya demostraron que van a seguir. Porque ya vienen laburando mucho: Oliverio Coelho publicó cuatro libros, Juan Terranova tres novelas y ahora publicó...
Una crónica.
Una crónica, que se la piden, él la hace y se convierte en bestseller. Mariana Enríquez está por sacar otro libro, Pedro Mairal viene laburando desde hace mucho, y saca una nouvelle a fin de año. En realidad, el signo de pregunta pasa más por las apuestas que se hicieron en esta antología. Que son los que no estaban tan afirmados hasta que se los publicó ahora. Y ahí sí hay un signo de pregunta. Eso depende por un lado del público si los acepta, y por el otro de si ellos siguen escribiendo. Mi percepción es que todos van a seguir escribiendo, porque a la mayoría los empecé a conocer, y uno se da cuenta cuando alguien va a escribir. Creo que la diferencia entre un grupo de gente que se reúne para difundirse o hacer lobby y un grupo de escritores es que un escritor no se imagina dejando de escribir. Obviamente no van a subsistir todos en cuanto a la publicación porque no lo da el mercado, no por lo que den ellos como autores. Depende de ser aceptados por un público lector que tiene una cierta reticencia a aceptarlos por lo descalabros que hizo la generación anterior. En cierto sentido, nosotros estamos pagando esos platos rotos.
Sin embargo, no se pusieron en un plan de parricidio.
No, para nada. Hay una frase de Juan Terranova que es buenísima. Dice "La generación anterior tenía que matar a Borges, a Cortázar, a verdaderos ídolos. ¿Nosotros a quién vamos a matar? ¿A un tipo que vendió 5 ejemplares?". No tiene mucho sentido. Sería formar parte otra vez de la endogamia, de un grupo de gente que sólo se lee entre sí. Una de las posibilades que tiene nuestra generación es abrir el juego. A mí sinceramente, en lo personal y en esto no hablo en nombre de la generación, no me interesa tanto que analicen en Letras lo que escribo sino llegar al lector común.
¡Buenísimo! Una toma de posición.
Sí, es una toma de posición. Yo me identifico más con Fontanarrosa que con Kohan, por así decirlo. No me gusta la cuestión endogámica. Es falsa la dicotomía Mercado-Academia, como que en Mercado hay guita y en Academia hay nobleza. ¿Por qué? Porque hoy un escritor argentino promedio lo que puede ganar siendo un bestseller es poco dinero. No se hace rico, ni mucho menos. Sin embargo, si publico un libro que vende 300 ejemplares, 200 ejemplares, es un fiasco desde el punto de vista comercial. Pero si en verdad uso ese libro para sumar puntos para solicitar becas estoy ganando más dinero que si fuera un supuesto bestseller literario. Hoy hay más plata en la academia que en el mercado, claro que sin contar los manuales de autoayuda y todo eso. Me rompe bastante las bolas, la gente que se arroga el poder de decidir qué es literatura y qué no. Como que el lector no existe en esa decisión. Y hay una cuestión que tiene que ver con reconocimiento de pares, entre escritores, otra que tiene que ver con reconocimiento del público y otra cosa que tiene que ver con el reconocimiento de los estudiosos. Pero Argentina es un caso muy particular. Es uno de los pocos países en el mundo donde casi toda la gente que se forma en crítica quiere escribir ficción, cuando en realidad se tendrían que especializar en la crítica. Y encima se recomiendan entre ellos, sólo al grupito cerrado... Digo, para darte un paralelo: yo no quiero leer una novela de Harold Bloom, porque debe ser horrenda.
Hay una frase de tu prólogo, que me llamó mucho la atención, donde decís que casi ningún escritor argentino habla de sexo.
Muy pocos. Algunos poetas hablan de sexo. Digamos, Pizarnik. Pero pocos escritores. Dalmiro Sáenz es uno de los que escribió bastante acerca de sexo. Pero es poco lo que se ha hablado, alguna escenita dentro de una novela. Hay bastante en Puig, pero son casos infrecuentes.
Pero no hay un Houellebecq, no hay un Kundera, no hay un Martin Amis.
No, no los hay. Las camadas previas, en términos generales, apuntan fuera de lo netamente sexual. No hay un Bukowski en la Argentina. No hay un Herny Miller.
Que son los que mencionás como modelo paradigmático.
Sí, son los tipos que hicieron su obra literaria en base a escribir sobre sexo. Y a través del sexo contaban muchísimas otras cosas. Acá se cuentan muchas cosas, entre ellas el sexo. El esquema es distinto, inverso te diría.
¿En celo llega para cumplir, para ocupar el lugar? ¿O actúa como punto de partida para que haya menos histeria y más sexo?
Mirá, en realidad En Celo es un punto de partida para otra cosa, que es una serie de antologías temáticas. La idea que tuvimos con la gente de Sudamericana es que los lectores se puedan enganchar con los nuevos escritores por el deseo de leer nuevos escritores o por el interés por un tema específico. Que se crucen esos dos caminos de acceso a la lectura. En relación al sexo como cuestión central en una obra literaria, yo no sé si de estos autores de la antología habrá muchos. De hecho, a varios los convoqué porque nunca habían escrito de sexo. A propósito. Para ver cómo abordaban la cuestión. Y a varios que sé que son sexópatas no los convoqué para esta analogía sino para la próxima que es de casos policiales.
Para romper el esquema.
Para sacar al escritor del molde. Juego con ellos como antólogo. En cierto sentido, me interesa que escriban a partir de una cierta incomodidad. Pero en relación a lo que me preguntabas, no me imagino quién haría algo con el sexo como central en su obra... Juan Terranova, quizás.
Estaba pensando en él.
Sí, Juan probablemente. Oliverio Coelho quizá, pero con otro estilo, otro abordaje. Ni idea quién más. De los demás autores no sabría decirte.
¿Dónde ves tu mano en el libro?
En realidad la tarea de antólogo es muy ingrata en el sentido de que si alguien lee un cuento que le parece una cagada va a preguntarse cómo el antólogo lo incluyó. Pero al mismo tiempo, si esa misma persona lee un cuento que le gusta va a decir qué bueno el autor que lo escribió. Y ser antólogo y alguien que quiere escribir... Uso bastante la comparación con un director técnico de fútbol: el antólogo ve por dónde corre cada uno, cuáles posiciones pueden ocupar, quién es el goleador, quién el arquero... Siguiendo con esa comparación medio berreta, yo me siento como Ramón Díaz, que me lo imagino todo el tiempo a punto de ponerse los botines para entrar en la cancha. De hecho, yo había escrito un cuento para la antología y al final dije "no voy a quemar el libro regalándole una herramienta a quien quiera criticarlo diciendo que yo incluí algo mío". [Nota: se puede escuchar el cuento leído por el propio DGT]. Pero como antólogo hacés muchísimas cosas. Con los escritores que recién empiezan tenés un laburo grande de edición, de ida y vuelta del cuento, de muchas versiones. También es difícil decidir cuándo convocar a quiénes. De nuevo el fútbol: vos sabés que tales son buenos, pero sabés que quizás es mejor no poner once delanteros en el mismo equipo. Hay que ver cuándo el tema da para que lo aborde cada autor, más allá de lo bueno que sea ese autor en general... Y también es difícil después, cuando llega la hora de ordenarlos. Para armar la antología, uno tiene que poner a varios de los ya más o menos consagrados, varios desconocidos absolutos porque ése es también el sentido de la colección, varios que estén ahí en el medio... También tenés que tener en cuenta que sea parejo entre hombres y mujeres, que sea parejo entre estilo experimental y más clásico. Ahora que salió la primera antología me dicen por qué hay tan pocos autores del interior, así que también tendré que tomar eso en cuenta, hay varios autores del interior que me están mandando lo que publicaron para que los lea... Tenés que ir jugando, armando una grilla. Eso a la hora de elegir a quiénes convocás y les encargás un cuento. Y después esperar a ver qué escriben. Es el momento más difícil.
¿Tuviste que rechazar alguno?
No se rechazó ningún cuento. Tanto en esta antología como en la siguiente. Tuvimos suerte porque nos habíamos impuesto quince autores por antología, pero al final la gente de Sudamericana aceptó que extendiéramos el presupuesto. Lo que sí se rechazaron, en su momento, fueron primeras versiones. De decir "me parece que se debería ir por otro lado". Y en general no hubo dramas. Creo que los traté con respeto y en general me han agradecido ese laburo. Y creo que a partir de ese trabajo hay cuentos buenísimos en segundas, terceras o cuartas versiones que se parecen muy poco a la primera. Pero te repito, es un laburo raro. Digamos, para quien además de compilar escribe es muy extraño, porque yo todo el tiempo estoy con ganas de escribir. Pero bueno, es aprender a pararse también en otro lado.
Una crítica: yo tenía ganas de calentarme. Y me costó.
Eso tiene que ver con los fantasmas de cada uno, quién se excita y quién no se excita. Pero no es una estafa del libro. Yo remarco que son cuentos sobre sexo, no cuentos eróticos. Lo que pasa es que varios medios lo están anunciando como cuentos eróticos. Hay cuentos que utilizan el porno, como Mariana Enríquez en varios segmentos. El de Pedro en un segmento. El de Marina Mariasch en otro. Hay otros que son mucho más sutiles en el tratamiento del sexo. Se les dio total libertad a los autores. Que cada uno hiciera lo que desease. La idea fue que laburasen con libertad. De hecho, cuando me reuno con la editora de Sudamericana-Mondadori, Glenda Vieites, teníamos cierto temor: "es Sudamericana, esperemos que los autores no se zarpen." Y más tarde, desde la misma editorial enfatizaron en la libertad, en que cada autor se zarpase todo lo que quisiera.
Ya desde el loguito del fuckyou digital es toda una toma de posición.
Sí. Es una toma de posición. Estoy asombrado con el apoyo que contamos de Sudamericana. Pusieron toda la carne al asador, el diseño fue el que se nos cantó, se inauguró directamente una nueva colección... Nos dieron libertad absoluta. Tanto en este como en el que sigue. Así que si algo sale mal, la responsabilidad es nuestra.
¿Ya están planteando un tercero?
Estamos viendo cómo arranca esto para ver qué pasa el año que viene. La idea sería sacar dos más el año que viene. Te confieso algo: yo presento el proyecto como la antología "En celo", solamente. Y la respuesta de ellos fue: aprobado, y queremos que se arme una colección de antologías temáticas.
¡Qué bueno!
Rarísimo. Muy inusual. Y a partir de ahí empecé a presentar temas. En realidad, lo que ellos me piden es el tema general y cómo lo voy a subdividir. La gracia del antólogo, en ese sentido, está en el menú. El de casos policiales qué casos tenían que ser, cuáles dejar afuera, en el de sexo yo les di una grilla con todas las prácticas sexuales y ellos iban eligiendo cuál iban a tocar, o con cuál iban a tocarse. (risas)
Y con esas últimas risas, terminó la entrevista.
Públicado en el blog de Patricio Zunini Hablemos del asunto
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