16 de septiembre de 2006

Curva peligrosa



Un relato cortito y al pie. Sin consignas ni parametros para definirlo.Saludos
Estanis

Curva peligrosa
Por Estanislao Zaborowski

Estaba aturdido, mareado, perdido. Estaba confundido, atrapado, rendido. Todo era gris. O negro. No podía distinguirlo bien. Me ardían los ojos. Sin embargo, no los cerraba. Intenté mover el brazo. No pude. Ahora una pierna. No pude. Solo podía pensar. Pero no con claridad. Me sentía como si estuviera en una intersección donde la realidad es difusa y uno no está seguro si se encuentra despierto o dormido. No podía asegurar nada de lo que pasaba en mi interior, porque no sé si realmente estaba sucediendo. Intenté buscar evidencia externa. Algo que me indicara si estaba allí. Agudicé mis sentidos. Traté de escuchar algún sonido que me diera alguna pista. En el silencio o emanando de él, percibí un ruido lejano. Era constante. Inalterable. Era agua. Agua corriendo. Sonaba a rio. Agudicé el oído. Por el ruido del caudal que fluía, me pareció que era un arroyo. Ya tenía un dato. Ahora, intenté prestarle atención a la información que le enviaba el olfato al cerebro. Me di cuenta que percibía diferentes olores. Eran profundos, intensos, conocidos. Algo se quemaba. Chamuscado, pensé. También olía a nafta. Me concentré asegurándome que no adivinaba ningún otro olor. Descarté los sentidos del gusto y del tacto porque nada me aportaban. Solo la visión, el olfato y el oído me daban información. Necesitaba procesarla, unirla y sacar conclusiones. En ese momento, escuché una voz. Lejana pero acercándose. La voz me decía que no me moviera. Ridícula. Voz ridícula, pensé. ¿A donde quería que me vaya si no podía moverme?
La voz en la oscuridad me hizo recordar los años que estuve preso. Esas destempladas noches cuando mi vecino de celda contaba sus anécdotas de vida. Tres años de sombras. Un largo período separado de mi hija por un delito que no cometí. Me alivió pensar que cuando saliera de estos hierros retorcidos, podría continuar el viaje para reencontrarme con ella. Eso me reconfortó. Sus ojos azules me dictarían su amor incondicional a pesar del tiempo transcurrido. Imaginé a mi pequeña Sofía corriendo a mi encuentro. Atolondrada, desesperada por verme. ¿Cómo le sentarán sus cinco añitos? Dulces, pensé. Con su ternura a flor de piel. No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas. Otra vez la voz. Ahora me decía que había tenido un accidente y que la ayuda venía en camino. Intuí que se trataba de una mujer. Por el tono me imaginé una mujer corpulenta de hombros grandes y espalda ancha. Masculina. Quizás una mujer policía.
Traté de serenarme. Me reproché la elección que tuve al momento de decidir trasladarme a Mendoza en auto. Otra estupidez fue hacer todo el recorrido sin parar a descansar, a estirar las piernas, a distenderme. El apuro por llegar a ver la sonrisa de Sofía me hizo cometer este error. Y si algo sabía era de errores. Esos mismos que evité durante casi mis cinco décadas de existencia. Esos que no me permitía cuando rendía los finales que me llevaron a recibirme de ingeniero naval. Esos que eludí cuando viajé por el mundo coleccionando obras de arte. Curioso es el destino al juntar todos y echármelos en la cara de una vez.
Mis pensamientos se interrumpieron cuando sentí un olor profundo a quemado. Tranquilo, pensé. Están en camino. Pronto saldrás de aquí y continuaras tu camino. Sofía te espera. Su sonrisa y aire inquieto te esperan. Por fin escuché sirenas. En un par de horas toda esta pesadilla sería historia. Este pesado sueño terminaría. Las sirenas se callaron. Escuchaba voces y corridas. Alguien se acercaba. Por los ruidos y gritos provenientes de diferentes ángulos pude adivinar que estaban corriendo varias personas hacia aquí. Sonreí y finalmente cerré los ojos pensando en la calidez del abrazo de mi hija. Ya casi podía sentirla. Me aferré a ese pensamiento. Y fue lo último que hice en mi vida. La explosión sentenció mi muerte.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena la ilustracion..anticipando el misterio y el peligro!
Me gusto mucho el final! breve e inevitablemente tragico!

Andre

Anónimo dijo...

Ta bueno. Como que pudiste desarrollar un personaje de una manera piola, no tradicional. O sea, mechándolo en la historia de diversas formas. Lo mejor... el final inesperado que corta de una tajada el clima con el que venía. Bien logrado eso! besotes!!

Anónimo dijo...

Muy bueno muchacho! Empecé a imaginar que esta Sofía es la misma de Inframundo, pero aca su padre muere cuando ella tenía 5 años. Eso daría pie a que luego su padre regresa de la muerte a buscarla. ¿Que bárbaro no?

Anónimo dijo...

Es un relato breve, pero cargado de las diferentes emociones que va pasando el personaje. Me parece muy buena la forma en que creas las atmósferas de tus cuentos.

dana.:! dijo...

me encantoo..:!
esta muy bueno... la sensacion que te da cuandoo te dicee que se murioo.. es impresionantee..:!
porqq veniss pensanddoo quese salva y todo va a terminar y de repente se te corta todo..:!
me encatoo..:!

Anónimo dijo...

Mientras tanto, Scheherazada decía a su hermana Doniazada: "te mandaré a llamar cuando esté en el palacio, y así que llegues y veas que el rey ha terminado su cosa conmigo, me dirás: "hermana, cuenta alguna historia maravillosa que nos haga pasar la noche".

Cuéntanos un cuento más Estanis, sólo un cuento más que nos haga pasar Las Mil y Una Noches.

Un placer leerte.

Scheherazada
; )