26 de octubre de 2006

Realmente no estoy tan solo

Siempre me gustó la letra de esta canción por la forma de sentir el alejamiento.
Pero miren lo que hizo un fanático de Stars Wars, me pareció genial.
Estanis



Realmente no estoy tan solo
Ricardo Arjona

Me tomo un cafe con tu ausencia
y le enciendo un cigarro a la nostalgia
le doy un beso en el cuello
a tu espacio vacio.
Me juego un ajedrez con tu historia
y le acaricio la espalda a la memoria
seduciendo al par de zapatos azules
que olvidaste.
Y charlo de politica
con tu cepillo de dientes
con vision tan analiptica
como cuando te arrepientes
Realmente no estoy tan solo
quien te dijo que te fuiste
si aun te encuentro cocinando
algun recuerdo en la cocina
o en la sombra que dibuja la cortina
Realmente no estoy tan solo
Quien te dijo que te fuiste
si uno no esta donde el cuerpo
sino donde mas lo extrañan
y aqui se te extraña tanto
Tu sigues aqui
sin ti
conmigo
quien esta contigo
si ni siquiera estas tu
Platico con tus medias de seda
y le preparo un croissant al recuerdo
mientras le rasco una rodilla
a esta vida sin vida
Le canto una cancion a la nada
y me burlo de la melancolia
mientras le subo el cierre
a la falda de las ganas
Sintiendo tantas cosas
Realmente no estoy tan solo
sola tu que estas conmigo
y no te fuiste contigo.
Realmente no estoy tan solo
quien te dijo que te fuiste
si aun te encuentro cocinando
algun recuerdo en la cocina
o en la sombra que dibuja la cortina.
Realmente no estoy tan solo
quien te dijo que te fuiste
si cargaste con el cuerpo
pero no con el recuerdo
y el recuerdo esta conmigo

Tu sigues aqui
sin ti
conmigo
quien esta contigo
si ni siquiera estas tu!

19 de octubre de 2006

Llegó el tercer capítulo!!














Me dijo Robbie: No te preocupes, yo vengo como un chancho e igual me aplauden!

Se hartó Pat Morita: De solo pensar que se meten con los chinos, me retuerzo de la indignación!

Hacé click y mirá el video de las repercusiones de Un Enigma Oriental alrededor del mundo!!




Intriga.Pasión.Suspenso.Romance. Viví la aventura!! A continuación el tercer capítulo de Un enigma Oriental!!

Un enigma oriental // Capítulo 3



Un Enigma Oriental
Por Estanislao Zaborowski


Capítulo 3

Cuando desperté, el sol se colaba entre las cortinas proyectando sobre mi torso extrañas figuras, que en otro momento de mi vida, hubiera asociado a seres diabólicos tratando de poseer mi cuerpo. Al refregarme los ojos, caí en la cuenta que mis alucinaciones se debían al mareo y al punzante dolor que martillaba mi cabeza.
Con esfuerzo, me incorporé dispuesto a comenzar el día a pesar de la poca predisposición de mis piernas. Encendí la radio y me dirigí a la ducha intentando despegar mis párpados. La música proveniente del equipo, invadía la tranquilidad de aquel domingo. No era extraño escuchar el ranking latino a esa hora. Es mas, en cualquier momento del día en alguna radio FM probablemente estaban pasando un ranking. Siempre dudé de aquellos listados de cuarenta, cincuenta o hasta cien canciones, enumeradas en forma descendiente. Estos siempre finalizaban con la primera posición con la intención de generar suspenso (¿?). Pero lo seguro es que lo hicieran para cerrar el programa con el tema mas pedido, lo cual no tenía nada de suspenso.
Al cabo de una hora, me encontraba en la biblioteca del primer piso. El recinto era el mas tranquilo y espacioso de toda la residencia. Las paredes eran de una blancura resplandeciente, cubiertas en su extensión por estanterías que contenían libros de todos los tamaños. Algunos de ellos eran tomos de enciclopedias, pero también los había pequeños y simples. Los pisos eran de parquet lustrado y si uno los observaba fijo, podía verse reflejado en ellos. A lo largo, se ubicaban dos largas mesas paralelas a la puerta de ingreso con varios asientos reclinables dispuestos a cada lado. Sobre las mesas, los veladores de cerámica color mostaza hacían juego con los individuales de cuero marrón que se encontraban enfrente de cada silla.
Acostumbraba a visitar el ambiente aprovechando que la tranquilidad reinante invitaba a la concentración. Aunque para ser sincero, también observaba desde la ventana a las personas que caminaban por la vereda. Mi lugar preferido, se encontraba al lado del gran ventanal que daba sobre la calle Marcelo T de Alvear.
Una mañana, hace casi dos meses, observé como el perro de una mujer distraída le pillaba los zapatos al encargado de mantenimiento de la residencia. Roberto, que se encontraba parado en la puerta de ingreso, no podía salir de su asombro al ver sus mocasines chorreados de orina. Solo atinó a gritarle barbaridades a la señora, a lo cual esta respondió con un puntapié entre las piernas. Esto provocó que Roberto se doblara del dolor y se resignara al sentir la lengua del simpático salchicha lamiéndole la mejilla.
Ese día no contaba con tiempo para dedicarme a observar a las personas que pasaban junto a la ventana. Tenia que rendir los exámenes del último turno del año y eso implicaba quedarme en Buenos Aires hasta que terminara con ellos.
No había algo mas fastidioso que preparar los finales en el turno de diciembre. Uno arrastraba el cansancio de haber cursado, sumado a los aplazos en las mesas anteriores (que en mi caso no eran pocos) y todo eso generaba que en este mes en particular, tuviera que dar entre siete u ocho exámenes en dos semanas.
Uno de los finales era de Econometría, en el cual no solo tenia que demostrar mis conocimientos acerca del programa, sino que debía tener una vasta experiencia en El Arte de la Guerra. Con esto, no quiero decir que debía presentarme camuflado ni con los pómulos pintados de negro, sino que entre mi humanidad y el profesor había una rivalidad muy particular. La última vez que me presenté y el aplazo quedó dictado en mi libreta, salí del aula dando un portazo lo cual derivó en una sanción que me impidió dar exámenes en la fecha intermedia de octubre. No es que fuera un chico violento, pero la falta de criterio a la hora de corregir un examen, me exasperaba.
Me encontraba sumergido en el enfoque teórico de Box y Jenkins sobre las series de tiempo, cuando de repente el movimiento de la calle, el vaivén de las ramas de los árboles, los semáforos y hasta los vehículos que transitaban en ese momento, parecieron congelarse por una ráfaga de viento polar. Mi corazón se aceleró. Tuve la sensación de estar parado sobre una ola en formación que a medida que crece va tomando fuerza hasta llegar a su punto máximo y romperse en las proximidades de la orilla.
Allí, a metros de donde me encontraba sentado, se detuvo a observar la calle a través del gran ventanal. El sol, palidecía sobre sus pómulos y al instante advertí como entrecerraba los ojos al sentir el calor de la mañana sobre sus delicadas facciones.
En la mano, sostenía una taza blanca con bordes rosados, cuyo centro estaba formado por un círculo del cual sobresalía a modo de relieve la imagen de la simpática Hello Kitty. Supuse que contenía café con leche ya que era la única bebida que se preparaba a aquellas horas. Noté que me observaba por el reflejo de la ventana, y me encontré haciendo lo mismo. Sonriendo, giró para saludarme en el momento exacto que sentí como la sangre dejaba mi cuerpo. Siempre que se trataba de ella me quedaba paralizado. Trataba de pensar en otras cuestiones para no anularme pero era inútil. Ni siquiera pensando en algoritmos algebraicos podía mantenerme calmado. Lo máximo que pude expresar fue un tímido levantamiento de cejas, que para ser sincero no llego a serlo. Mas bien pareció una mueca al mejor estilo Sigfrido el maléfico enemigo del Agente 86.
- ¡Hola! creí que ya habías partido. ¿Hasta cuando te quedas en Buenos Aires? - la voz que salía de sus labios era lo mas parecido al susurro de los ángeles.
- Me quedo hasta finalizar los exámenes - dije mientras pensaba que si de alguna manera ella supuso que me había ido era porque en algún punto notó que hace varios días que no nos encontrábamos.
- Yo igual. Si bien solo tengo que rendir los finales de este año, voy a tratar de que sean la mayor cantidad posible para poder quedarme mas tiempo con mi familia y volver recién para comenzar las clases.
- Haces bien - mis rodillas no dejaban de chocarse una con otra emitiendo un sonido tosco que me impedía pensar como alargar esta conversación.
- Bueno, creo que voy a ir a dar un paseo, el día esta hermoso y tengo que hacer unas compras para llevar a casa.
- Nos vemos - las palabras se anudaron mientras la observaba caminar hacia la puerta.
Jazmín, era a mi parecer, la mujer mas hermosa que había conocido. Sus ojos marrones expresaban una sensibilidad por demás atractiva. Su piel blanca, de pálida sensualidad (excepto por aquellos meses en los cuales permanecía bronceada), opacaba hasta la mas fina porcelana. Medía aproximadamente un alargado metro setenta y acostumbraba a llevar su pelo castaño siempre perfumado. En esta ocasión, lo tenía suelto, revuelto y recostado sobre un hombro.
A pesar de conocer perfectamente la relación que tenia con su novio, un musculoso de metro ochenta, (que cada vez que lo veía me preguntaba si entre los hombros y su cabeza había un cuello, si este existía lo llevaba muy bien escondido) nunca perdía las esperanzas de que se fijara en mi como algo mas que un simple compañero de residencia. No dejaba de pensar en ella y en la posibilidad de que alguna vez pudiera establecer una conversación duradera y profunda. Es mas esa oportunidad que nunca llegaba era uno de los motivos por el cual me quedaba aquí hasta fin de año.

18 de octubre de 2006

Solo un día



Después de haber publicado la letra y el video de la canción de Los Rodriguez, me quedé con ganas de plasmar otra poesía que también tiene sus años pero que sigue vigente.
Estanis


Solo un día
Por Estanislao Zaborowski

No era dificil enamorarse aquella mañana soleada
cuando el sol reflejaba la ternura de tu mirada

No era dificil desearte aquel atardecer lento
cuando las nubes despejaban el comienzo de este evento

No era dificil amarte aquella incipiente noche
cuando las almas sentían al calor de cada roce

No era dificil llorar aquella madrugada triste
cuando el silencio indicaba el momento que partiste

Quizás sería dificil retenerte a mi lado
para que no dure un día el calor que me ha abrigado

17 de octubre de 2006

Todavia una canción de amor

Escribiendo una poesía, me vino a la cabeza esta canción que dice con similares palabras lo que sentía trasmitir. Se las recomiendo.
Estanis



Artista: Los Rodríguez
Album: Palabras Más, Palabras Menos
Canción: Todavía una canción de amor

No te fíes si te juro que imposible,
no dudes de mi duda y mi quizás.
El amor es igual que un imperdible
perdido en la solapa del azar...

La luna toma el sol de madrugada,
"nunca jamás" quiere decir "tal vez".
La muerte es una amante despechada
que juega sucio y no sabe perder.

Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte,
que no salgo a buscarte porque sé
que corro el riesgo de encontrarte;
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor;
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor.

No corras si te llamo de repente,
no te vayas si te digo "piérdete":
a menudo los labios más urgentes
no tienen prisa dos besos después.

Se aferra el corazón a lo perdido,
los ojos que no ven miran mejor.
Cantar es disparar contra el olvido,
vivir sin ti es dormir en la estación.

Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte,
que no salgo a buscarte porque sé
que corro el riesgo de encontrarte;
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor;
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor.
una canción de amor.
una canción de amor, todavía...

8 de octubre de 2006

Nadie // No quiero



Estas son dos poesias que escribi hace una década.
Tenían mucho significado para mi y lo siguen teniendo.
Saludos. Estanis

Nadie

Nadie te reemplazará
nadie ocupara tu lugar
nadie me comprenderá
solo no habrá nadie
y solo nadie sabrá
que sin ti no soy nadie.

No quiero

No quiero mirar el cielo
porque este es el cielo que admirabamos juntos

No quiero empaparme de lluvia
porque es esta la lluvia que humedecía nuestra piel

No quiero soñar contigo
porque era en mis sueños donde construía nuestro futuro

No quiero llorar nuevamente
porque cuando mis lagrimas brotaban estabas tú para secarlas

No quiero vagar por las noches
porque era esta la noche donde nacían nuestras pasiones

No quiero morir de tristeza
porque esta es la vida que colmaste de belleza.

6 de octubre de 2006

La aventura continúa...














Dijo Stevie Wonder: No quiero ni mirarlo!

Dijo Vicentico: ¡¡Culpableeeeeee!!


Intriga.Pasión.Suspenso.Romance.
Viví la aventura!! Ya llegó el segundo capítulo de Un Enigma Oriental!!



5 de octubre de 2006

Un enigma oriental // Capítulo 2



Un enigma oriental
Por Estanislao Zaborowski




Capítulo 2

Concluía el año, y se acercaba el momento de rendir los últimos exámenes.
Por suerte, había promocionado dos de las materias cursadas y aquello me permitía preparar los finales restantes con mas tiempo.
Me acostumbré rápido a la forma de vida de Buenos Aires, que si bien se parece mucho a Bahía Blanca, la vorágine no era la misma.
Al no tener la necesidad de trabajar, me quedaba toda la tarde en la residencia para evitar retrasarme en el dictado de los cursos. No tenía actividades extras ni amigos con los cuales reunirme. Solo visitaba alguna que otra vez a Sebastián, que trabajaba todo el día en una casa de fotocopiado.
Debo reconocer que soy reacio a relacionarme con los otros estudiantes que vivían conmigo. Según mis observaciones, en sus charlas solo se hablaban de dos cosas; las mujeres y el fútbol. Lo cual significaba para mí un contratiempo ya que no tenía mucha experiencia ni sabiduría en ninguno de los dos temas.
Por el contrario, prefería hundirme en mis pensamientos a tener que mantener conversaciones con personas que no me inspiraban confianza. Así, evitaba depositar en ellos mis miedos, incertidumbres o incluso mis proyectos. Pero ese sábado a la noche cuando Guillermo y Patricio Olosque, los hermanos que vivían en el tercer piso me invitaron a tomar unas cervezas, accedí de buena manera. Tenía que relajarme un poco para poder calmar los nervios de los exámenes que se acercaban.
Bajé las escaleras y me reuní con ellos en la planta baja para recorrer las pocas cuadras que nos separaban del reducto irlandés de la calle Rodríguez Peña. Nos acompañaban Gerónimo Quo Lee, un chino cuyos padres vivían en Tandil, y Pablo Reñaca, que tenia fama de ser mejor conquistador que Alejandro Magno.
Ni bien ingresamos en el bullicioso ambiente, me inundó una sensación de aturdimiento que pocas veces había experimentado. Era evidente que mi vida nocturna había quedado atrás, es mas, no recuerdo cercana en el tiempo alguna salida de un sábado por la noche.
Girando la cintura de par en par y con los codos extendidos paralelos al pecho, conseguí acercarme a la barra para pedir dos cervezas y tres “Éxodo de Neurona”. Un trago que según me comentó la mujer de la barra, estaba preparado con una mezcla de cuatro bebidas de diferentes colores. Obviamente ninguna de ellas era leche ni agua mineral sin gas. Cuando por fin pude acercame a mis compañeros con las bebidas, noté que mi remera era lo mas parecido a un arco iris. Gran parte del líquido multicolor que contenían los tragos, se había derramado durante el epopéyico trayecto desde la barra hasta la mesa. En ella, estaban los chicos observando en forma alternada mi remera desteñida y los hielos que bailaban graciosos sobre el escaso alcohol que aún quedaba en los vasos.
No había transcurrido una hora desde nuestro ingreso, cuando notamos que perdimos de vista a Pablo entre la apretada multitud del lugar. Era normal, según me comentó Guillermo, que por la mañana apareciera en la residencia después de haber pasado la noche con alguna señorita de fácil acceso.
Armándome de valor y siguiendo los consejos de Patricio, me acerqué a una morocha que se encontraba en el rincón. No es que la valentía sea mi compañera de andanzas, sino que soy conciente que una vuelta de cara mas, no dañaría mi autoestima.
- Creo que te conozco de algún lugar - dije mientras me secaba el sudor que se deslizaba por mi cuello.
- Me parece difícil, no acostumbro venir a este bar – sus ojos azules ni siquiera atinaron a mirarme.
- Yo no dije que te conociera de este lugar, es mas, puedo asegurar que te he visto en la facultad.
- ¿Estudiaste en Londres? – su mirada acompañó la ironía.
- No, no estudié en Inglaterra. Pero tampoco hace falta. Te puedo asegurar que el encanto de tus ojos se admira desde aquí.
Ni bien terminé de pronunciar esas palabras, se acercó una rubia y se la llevó de mi lado. No obstante cuando se alejaba dio media vuelta y me dirigió una sonrisa.
El ruido que acosaba mi cabeza se hacía mas profundo a medida que transcurrían las horas que permanecía allí dentro. Toda esa mezcla de conversaciones me recordaba al programa de cable que trasmiten vivo desde la bolsa de valores, con la excepción que allí todos los hombres están de traje y conversan en el mismo idioma, y en este lugar no había observado ninguna de las dos cosas. Es mas, en muchas oportunidades le hice notar a Patricio, como las personas gesticulaban para poder comunicarse, o intentaban con señas un tanto obscenas hacerse entender. Lo cual a juzgar por la resolución de esas escenas, dejaba claro que aquellos movimientos del dedo índice de una mano y el círculo cerrado de la otra, era un gesto universal. En cierta ocasión, noté como una mujer de gran contextura y pechos enormes que parecían brotar de su cuello, se acercaba a un morocho y le propinaba un golpe en la mandíbula que lo hizo dar media vuelta sobre si mismo. La mujer robusta no contenta con eso, le arrojó sobre el rostro el brebaje amarillento que contenía su vaso, y luego de balbucear algunas palabras inentendibles se alejó del rincón. En ese momento deduje que acercarme a la mujer y preguntarle lo que había sucedido no iba a ser una buena idea.
Ese pensamiento fue mi último recuerdo, a excepción del gesto inmutable y anonadado de Gerónimo cuando vio ingresar al reducto, a dos chinitas aparentemente gemelas (destaco aparentemente porque las chinas me parecen todas iguales) las cuales vestían una minifalda tan corta que cuando rozaban con las personas que pasaban a su lado, se le levantaban plegándose y dejaban entrever el color celeste pastel de su ropa íntima.
Las cervezas que bebí me marearon a tal punto, que en cierto instante perdí la noción de lo que sucedía a mi alrededor.