2 de julio de 2012

Toni Hill: “Quería hablar sobre la miseria de los poderosos”


Con su primera novela, "El verano de los juguetes muertos", recién publicada en Argentina, el escritor español Toni Hill deslumbró a los fanáticos de la novela negra. Con una trama situada en una Barcelona actual, introduce al inspector Héctor Salgado que tendrá vida en por lo menos dos novelas más.

El español Toni Hill se gana la vida con la literatura desde hace muchos años, pero como traductor. Recién a los 44 años se animó, por fin, a escribir su primera novela. Publicada el año pasado en España, y ahora en la Argentina, El verano de los juguetes muertos, ha sido un éxito popular y de críticas. Sus derechos se han vendido a 11 países. Medio en chiste y medio en serio, Hill afirma que uno de sus objetivos en escribir su novela fue demostrar que también se cometen asesinatos en los países calurosos. La broma se refiere, por supuesto, al interminable Boom del policial nórdico.

Hill estuvo de visita en Buenos Aires como uno de los invitados de la primera edición del festival Buenos Aires Negra (BAN!) que reunió, en el mes de junio, más de 100 participantes de Argentina, Canadá, España, Francia, México, Perú y Uruguay.

El verano de los juguetes muertos transcurre en la Barcelona actual, durante cinco días de agobiante calor. Conjuga dos mundos: el de los niños bien de la clase alta de la ciudad, por un lado, y el de las jóvenes africanas, victimas de trata de personas, por otro. En el medio, obviamente, hay un crimen. Y para resolverlo está el detective Héctor Salgado. Es un argentino cuarentón que llegó a Barcelona a los 19 años. Cuando comienza la novela esta de vuelta de Buenos Aires donde pasó un mes de licencia forzada porque en su última misión, casi mató a golpes a un sospechoso en un caso de prostitución de adolescentes nigerianas. Al regreso su jefe le asigna extra-oficialmente un caso complicado socialmente, pero aparentemente rutinario: la muerte accidental de un joven de la alta burguesía. Nada, se pueden imaginar, resultará rutinario.

En una novela policial los dos elementos clave son el detective y el entorno. Cuando pensó su novela, ¿cuál de los dos le vino antes?
El entorno. Se escribe mucho sobre Barcelona, pero hay muy poco escrito sobre la Barcelona de hoy. Sobre la Barcelona que pisamos todos. Hay una idea gótica de Barcelona o incluso medieval. Pero de la Barcelona del 2010 había muy poca cosa. Por allí empezó la idea.

¿Y cuál es la Barcelona que se retrata en la novela?
Quería huir de lo que es la zona marginal de Barcelona. Huir un poco de los delincuentes comunes y situar la trama principal en la zona alta de la ciudad y hablar sobre las miserias de los poderosos. Que en Barcelona son distintos que en otros sitios. La burguesía catalana es una burguesía real; es una burguesía que trabaja. No son nobles venidos a menos. Al revés, son trabajadores venidos a más. Me apetecía mucho hablar de ellos. Y luego me interesaba mucho hablar de la familia. En el fondo es una novela sobre la familia. Es un thriller sobre la familia.

El policial ahora esta experimentando una revalorización. Es como si ahora los lectores “cultos” se permitieran leer policiales sin culpa…
El policial siempre le ha gustado a todo el mundo. A ver. Si te cuentan bien una historia, si te plantean una intriga es difícil resistirte a querer saber qué pasó. Es básico al ser humano. Eso por un lado. Pero por otro lado, pienso que en épocas de crisis económica —o de crisis en general—la novela negra puede hablar de esto de una manera atractiva para el público. En la novela negra se puede hablar de problemas sociales, pero no directamente.

Aunque en esta novela se habla de muchas problemáticas sociales, lo que más atrapa es la trama…
Para mi el centro es siempre es la trama. Algunas novelas pueden dejar que el tema de la crítica social devore la trama. Eso no me gusta. ¿Cuál es tu novela favorita dentro del género policial? Para mi una novela negra perfecta es Río místico de Dennis Lehane. Esa novela reúne todo. Tienes un hecho que sucedió hace muchos años que ha quedado allí, y que tiene una consecuencia sobre las vidas de tres o cuatro muchachos — y que luego eso se desarrolla en el presente. Pero en el fondo, saber quién fue el asesino no es lo más importante de la trama.

Siempre supiste que ibas a escribir policiales o, de más joven, te imaginabas como un autor de novelas literarias convencionales.
Me gusta mucho el policial, pero eventualmente me gustaría hacer otras cosas. No sé si literarias o no literarias. Lo de los géneros me termina pareciendo una división falsa. Hay buenas novelas y hay malas novelas. Lo que la literatura no debería hacer nunca es aburrir al lector.

Fin

Gentileza Revista Ñ

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