Llegué a los estudios de Canal 7 y Adrián Paenza me pidió que lo esperara unos minutos mientras grababa un bloque de su programa Científicos Industria Argentina. Lo que vino después sería una demostración vívida de lo que se logra con el pensamiento lateral, uno de los latiguillos de este autor récord para la industria editorial argentina.
Estaban en el estudio un mecánico y un obstetra. Habían llegado para hablar de ciencia. Su invento, había merecido el premio Innovar, la veloz convocatoria de un laboratorio Sudafricano y el aval de la Organización Mundial de la Salud. Nada menos. Lo curioso es que su instrumento, pensado para facilitar el parto, salió de Lanús, de la mente inquieta de un mecánico de Lanús: Jorge Odón. Este hombre que no tiene altos estudios contó en cámara que cuando algo lo obsesionaba se iba a dormir con la idea fija buscando soluciones. Y este inventó recorrió ese circuito. Había ganado una apuesta sacando un corcho de una botella vacía sin romperla, para lo que usó el viejo truco de inflar una bolsa de nylon dentro de la botella y luego tirar. Ya en la cama pensó que el mismo procedimiento podría adaptarse para sacar un bebé, en un parto complicado. Al día siguiente se levantó y fue a ver al obstetra. Y allí nació este invento cuyas características pueden ver acá. No es un cálculo matemático, pero el espíritu de esta situación, la obsesión y el ingenio de un mecánico que ha llegado a la ciencia por un camino distinto, es lo que impulsan los libros de Paenza.
Esa fue su apuesta hace ocho años, cuando en el diario Clarín empezó un recorrido que no tiene nada de abstracto. En todos estos años con sus libros ha modelado una manera distinta de acercarse a la matemática y, a través de ella, al ejercicio de pensar. Más de un millón de ejemplares vendidos, presentaciones multitudinarias en la feria y escuelas, donde sus escuchas lo vivan como a un rockstar demuestran que algo está logrando.
“Yo valoro muchísimo lo que hicimos con Carlos Díaz y Diego Golombek en Siglo XXI. Ellos vieron una cantidad de cosas que yo no veía”, reconoce Paenza, que se acaba de mudarse de editorial. El pase a Sudamericana, su nueva casa, y sobre todo la aparición de Daniel Schavelzon como su agente literario ya empiezan a mostrar algunos cambios, aunque mínimos. Tal vez el nuevo título de la serie evidencie algo de este trance. Pasó del Matemática… ¿estás ahí? que publicó Siglo XXI a un nuevo desafío que ahora se titula ¿Cómo, esto también es matemática?. El desafío sigue siendo invitar a pensar, a enfrentar problemas y mantener la ventas, claro está. Pero hay más opiniones-ensayo en los que Paenza desgaja los temas que lo interpelan, con la Educación a la cabeza. Y juzgar por la presentación que tendrá el libro hoy en el Maipo, con entradas agotadas y la presencia la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el ministro de Educación Alberto Sileoni, Manu Ginóbili, Víctor Hugo Morales y el propio Adrián Paenza, todo hace pensar que los 6 ejemplares de esta revolución matemática pronto serán más. Pero veamos qué dice Paenza sobre esta serie infinita que excede protagonismos en un laberinto al que todos, mecánicos, científicos y estudiantes, están invitados a entrar.
El libro mantiene la línea de los anteriores, con ejercicios que invitan a resolver problemas en situaciones menos abstractas que la matemática, ¿qué esperás que resuelvan tus lectores?
Sería arrogante si dijera lo qué espero de otras personas. Para mí ya es una caricia en el corazón que lo lean, que lo usen las escuelas como libro complementario de texto. No sabés lo que significa para mí! Nada es más representativo que eso, que los chicos y maestros usen mis libros, todo el resto pasa a un segundísimo plano. ¿Qué puede resolver? Que no todo es igual. Y no quiero contarle a la gente que esto le va a servir para tal o cual cosa, porque son casi todos problemas ficticios. Pero de algún modo te educa.
Has roto dos mitos nacidos a la par de Internet. El primero es que si está disponible en la red, no se vende en otro soporte; el segundo que los usuarios no necesitan de intermediarios…
Por formación y por principios sostengo que todo lo que tiene que ver con la educación, con el acceso a las fuentes de formación e información, tiene que ser gratuito. Es la única manera de distribuir equitativamente no solo la riqueza material sino la intelectual. El acceso no puede depender del poder adquisitivo. La única manera que yo conozco, y que no existía antes, es permitir el acceso libre a los libros. Además, yo escribo los libros en tiempo en el que yo estoy trabajando en la facultad, sigo siendo profesor asociado al departamento de matemática. Si se rompió el mito, es interesante que así haya sido, porque no fue premeditado.
¿Cuánto le ayudó tu fama a la venta de los libros?
Vivo la mayor parte del año en los EE.UU, pero aquí corro el riesgo de enfermarme de importancia. Escucho muchas cosas que no es que no me las merezca, nadie se las merece. La fama es una cosa, el prestigio es otra. Yo no aspiro a ser famoso, y me cuido de ello pidiéndole a la gente que me rodea que me haga confrontar con eso. Pero tengo una trayectoria, en febrero voy a cumplir cuarenta años de estar en la televisión. Y como periodista empecé en junio del 66, son 45 años, mucho tiempo. Prefiero preguntarme por qué se venden los libros en España o en Alemania. Pero la verdad es que no se. Seguramente contribuyó el hecho de la gente me conociera, pero hay otros factores.
¿En algún momento sentiste que esta carrera de divulgador iba a privarte de la posibilidad de ser un investigador?
No, yo no tengo las condiciones para eso. Yo nunca fui un científico que hubiera podido trascender por lo que hiciera. Siempre fui un matemático mediocre. Un investigador, un matemático publica y produce teoremas, resuelve problemas a cuestiones que no se sabían. Yo nunca lo hice, salvo en mi tesis. No puedo ser juzgado como un científico.
Pero habrás tenido esa expectativa…
La tuve, pero elegí ser periodista. La tarea del matemático requiere una dedicación full time, pensar 16 horas por día en determinados problemas. Pero a medida que pasa el tiempo, el grado de concentración que tiene un adulto se diversifica. No es lo mismo que un chico. Ahora yo no puedo pasar un día sin atender el teléfono, sin contestar los mails. No puedo desatender las pelotitas que tengo en el aire porque se me van a caer todas. Un retiro espiritual, ni pensarlo, me volvería loco. Mirá, te estoy hablando y tengo mi teléfono acá y lo primero que hago cuando termino la grabación es venir a ver quién me llamó. ¿Cómo haría para investigar en esas condiciones?
El fenómeno editorial, desde el primer volumen que tiró 4 mil ejemplares a este millón fue acompañado por presentaciones show, que se coronan ahora en el Maipo, un teatro de revista…
Una única vez.
Pero ya en la Feria del libro llenabas salas con mil personas en un ambiente efervescente, poco común para el mundo de los libros. ¿Te preocupa la posibilidad de saltar esa frontera mínima que hay entre la divulgación y el entretenimiento llano?
Hasta ahora no vi el riesgo. Tal vez sea inconsciente. O soy un inconsciente. Maradona decía siempre que si uno piensa en la situación de un penal en una final del mundo a lo mejor no lo tira. Michael Jordan también me lo decía, si tomara noción de que me están mirando mil millones de televidentes, no podría tirar al aro…
Pero supongo que estarás al tanto del armado de estos shows…
Sí. Y yo quiero seducir. Quiero mostrar que la matemática tiene un aspecto lúdico, atrapante, que permite tocar cuerdas impensadas. Y ese es un descubrimiento maravilloso. La posibilidad de sentarte frente a algo para lo que vos habías decidido que no eras capaz, que no sabías que eras capaz. Y quiero compartirlo con otros porque me pasó a mí. ¿Por qué tenemos que sentirme menos si no se nos ocurre esto? ¿Cuál es el problema de que algo no nos salga? Eso me preocupa en relación a la comunicación, mostrar que somos falibles, aceptarlo. Podríamos disfrutarlo.
Está claro en el libro, hablás de la condena social al no sé, ya estás haciendo psicología…
Pero porque estuve dando clases muchos años de mi vida. He visto todas las frustraciones que genera eso. Es necesario entender que la tarea del docente no es solo dar respuesta, esa es una parte muy menor, lo atrapante es generar preguntas.
¿Esa vulnerabilidad que genera el no se, el temor al error, es una característica creciente entre los estudiantes?
No solo entre los estudiantes, entre las personas. Nosotros tenemos temor todo el tiempo. Ante cualquier decisión, comprar una casa, casarnos, tener un hijo… ¿quién nos preparó para eso? Hay que tomar decisiones, riesgos, cambiar de trabajo, enojarte con alguien, desenojarte. Las personas arrogantes, que suenan autosuficientes, son ficticias, encubren mucho temor. Temores tenemos todos.
Ahora, como apasionado por los cambios sociales que produce la tecnología, ¿dirías que la respuesta rápida que Internet tiene para todo disimula de algún modo esos temores o que atenta contra la reflexión?
Internet abre nuevas preguntas. Cuando tenemos un problema podemos pedir la respuesta, pero ese es un conocimiento prestado. Ahora, si vos lo pensás, lo tenés para toda la vida. Pero si te acucia una duda, y sabés que en Internet la vas a saldar, sería estúpido no hacerlo. Ahora, si estás tratando de desarrollar algo que te permita entrenar y abrir caminos que en tu cerebro no están siendo explorados, no sirve ir a buscar el resultado. Si vos ya sabés cuál es el método, el camino, no tiene sentido hacer siempre el ejercicio, porque aburre.
Pregunto de otra manera: ¿La tecnología nos da más resultados que posibilidades de reflexión?
Nos permite plantear nuevas preguntas. El desafío ahora pasa por otro lugar. Yo te podría decir, se resolvió el problema de Las damas…
Qué frustrante, ya sabemos cómo no perder…
Sí, es frustrante, pero tiene un lado bueno, apasionante. También utilizando técnicas de computación y algoritmos se decodificó el genoma humano. Se conocía la secuenciación pero no había capacidad algorítmica para poder descubrir los patrones… Tal vez dentro de veinte años veamos cómo tratábamos los virus, las bacterias, o el mismo cáncer, para el que nos inyectamos veneno. O ir al dentista. Pasamos de las extracciones a la cura de caries, a la prevención de caries y tal vez, en un futuro, no haya más caries…
Preferís pensar en los nuevos desafíos más que en el riesgo que entraña la superabundancia de información y el acceso fácil a cualquier respuesta…
Sí, creo que el riesgo es menor. Y si no, mira los chicos, la cantidad de estímulos y desafíos que tienen a una edad a la cual yo jugaba a las bolitas. No digo que aquello estuviera mal, al contrario. Pero no había televisión cuando yo nací…
En este libro, quizá a pedido de Schavelzon, gana espacio la opinión, en un recorrido nuevo sobre temas que te interesan y que se acercan al ensayo con o sin vinculación con la matemática. ¿Un nuevo camino?
El me pidió un hilo conductor y yo le respondí que a los escritores de cuentos no se los pediría y entonces escribí una suerte de prólogo, que él le pareció larguísimo pero le encantó.
Claro, los textos sobre Finlandia, la educación, el tránsito…
Sí, porque también quiero mostrar otras cosas. Si no, parece que solamente sirve para jugar a las escondidas o para hacer truquitos de magia. Tomar decisiones educadas forma parte de nuestra vida cotidiana, pero no todos lo sabemos.
Te lo preguntaba porque noto un salto hacia una escritura activista, a explicar y marcar algunos puntos sobre temas coyunturales. ¿Es así?
Lo haré en la medida que no sea artificial. Si yo siento que estoy forzando algo de la matemática para ponerlo al servicio de una idea política, lo dudaría. Sentiría que estoy haciendo una trampa entre comillas. Si yo elogio a Cristina y digo que ha sido muy importante en para el ministerio de Ciencia y tecnología lo digo porque lo pienso. Si tuviera la capacidad para explicar ciertas cosas lo haría, lo que no haría es forzar los contenidos para llevar agua a mi molino. Te voy a dar un ejemplo. En el 89 me llamó (Fernando) Niembro, que era interventor de Canal 11, para que hiciera una columna de lo que yo quisiera en el noticiero. Le dije: “Vos no querés llamarme a mí para eso, vamos a tener un conflicto”. El primer microprograma que hice preguntaba por qué todos querían comprar los canales si daban tanta pérdida. Había algo raro. En el segundo programa demostré que no se podía dividir por cero. Imaginate el noticiero de las 7 de la tarde en un país que se incendiaba y yo hablando de eso. Eran los temas de mi agenda, una agenda rara. Te darás cuenta de que estaba loco hace mucho.
En el plan Educar, en relación a las laptops tuviste una participación crucial trayendo la idea de Negroponte. Ahora que el Gobierno Nacional y el de la Ciudad reparten netbooks, ¿qué otra acción en este sentido propondrías?
Lo primero que te digo es que no me convocaría a mi mismo porque yo estoy más en contacto con la universidad que con la primaria y la secundaria.
Esta bien, pero escribís sobre educación en este libro, hablás de Finlandia…
Eso sí puedo decirlo. El grado de capacitación de los docentes finlandeses amerita que revisemos esa experiencia. El problema con los docentes actuales es que han sido formados en la escuela analógica y tienen alumnos digitales. Los maestros tienen miedo, están preocupados. Hay que reeducar a los maestros porque estamos en una etapa de transición. Los próximos docentes ya habrán vivido esto. Todo esto no va a ser trivial, y en algún punto tendremos que aceptar las pérdidas y frustraciones. Y también hará falta elegir la forma de impartir el conocimiento de una manera distinta a la que vemos en Argentina, en los Estados Unidos y en el mundo en general, donde hay una superabundancia de temas con una profundidad muy bajita. Por ahí tenemos que elegir 5 o 10 temas por año y darlos bien, volverlos más entretenidos.
¿Cómo?
Modificaría los contenidos, los discutiría, los consensuaría, los volvería dinámicos. Y discutiría con docentes y autoridades quién les enseña a enseñar y qué enseñar para que cada vez que enseñemos algo sepamos por qué lo hacemos.
¿Te vas a convertir en un ensayista, autor de otra clase de libros que no sean matemáticos?
Me lo han propuesto muchas veces. Por ejemplo, a raíz de haber conocido a mucha gente trascendente del país, periodistas, deportistas, políticos… podría escribir las historias que he tenido con cada uno de ellos, pero al mismo tiempo elijo no hacerlo porque sería violar la privacidad. Ese libro me lo ofrecieron muchas veces, pero no lo haré. Hoy disfruto de este privilegio, tampoco pienso en jubilarme, para qué, si mi vida es maravillosa. Me pagan para que hable con los científicos que están en la frontera del conocimiento, que van cambiando todo el tiempo. Es extraordinario lo que me pasa.
Gentileza Revista Ñ
Hace 12 horas.
1 comentario:
hola, no publicas mas cuentos tuyos? los que tenes ya los leí... pero no hay nuevos.
saludos.
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