El hijo Stephen King presenta su nueva novela y continúa con el género y las mañas del padre. Descree de la supremacía del realismo y asegura que el terror contesta las preguntas más oscuras.
Joe Hill nunca fue un chico normal. De chico, ni siquiera se llamaba así. En las paredes de su cuarto no colgaba pósters de cantantes de rock, de deportistas o de chicas desnudas. Sus héroes eran realizadores de efectos especiales de películas de terror. Estaba más preocupado por enfermarse y por los rehenes norteamericanos en Irán, que por la oscuridad. Joe Hill nunca tuvo la opción de ser un chico normal. La culpa –para bien o para mal- quizás haya sido de sus padres, la escritora Thabita King y el maestro absoluto del terror Stephen King. Cuando Joe nació su padre ya le había dedicado un libro. “Es para Joe Hill King, quién brilla”, reza la segunda página de El resplandor.
Carne de cañón para cualquier analista, con semejantes antecedentes desde la cuna, se largó a escribir y prefirió no cambiar el género que hizo rico y famoso a su padre. En cambio, prefirió cambiar su verdadero nombre Joseph Hillstrom King por el del activista norteamericano que admiraba su padre. “Entonces tenía la necesidad de aprender mi oficio sin la presión de ser el hijo de un tipo famoso. Quise darle a mis ficciones la chance de triunfar o fracasar por sus propios méritos”, recuerda a Ñ Digital vía mail. Con la coraza del pseudónimo publicó una docena de cuentos, varios libros de cómics que serán adaptados para la televisión, cosechó una buena cantidad de premios y terminó dos novelas –fiel al estilo de su padre- de casi 500 páginas. Cuernos (Suma de letras) –la segunda de ellas- acaba de editarse en Argentina. “Es un trabajo que está en la tradición del realismo mágico latinoamericano. Es una historia trágica de amor que trata de un hombre convirtiéndose en diablo”, explica sin demasiada propiedad Hill o King, como usted prefiera. Porque Cuernos es la historia de Ignatius Perrish, un tipo al que le mataron la novia, y que después de una tremenda resaca se levanta con dos cuernos diabólicos en su cabeza. Semejante anzuelo ocurre en la primera página del libro, así que imagínense el devenir del protagonista convertido en demonio.
-Muchos opinan que hay una nueva supremacía del realismo. ¿Cuál es la situación en su país?
-¡Diablos, no! La popularidad del realismo está en descenso en todas partes y también en Estados Unidos. Es una gran época para escribir terror, literatura fantástica o ciencia ficción. Las audiencias están cada vez más abiertas a la idea de que la historia pueda incluir elementos del género sin perder profundidad. Hay escritores como Cormac McCarthy escribiendo ciencia ficción apocalíptica y Michael Chabon escribiendo un nuevo Sherlock Holmes de misterio. Al mismo tiempo, escritores como el novelista de crímenes Dennis Lehane o mi padre están obteniendo el reconocimiento que merecían y antes les negaban.
-¿Por qué el género del terror es tan exitoso?
-La gente elige este tipo de ficción para explorar preguntas que son difíciles de enfrentar y que no tienen respuestas sencillas. ¿Qué pasa cuando nos morimos? ¿Cómo son los últimos momentos de tu vida? Si hay un Dios decente ¿por qué permite que a la gente le pase semejantes cosas? Escapamos de esas preguntas todos los días y el terror permite indagar sobre las más grandes y oscuras preguntas.
Con apenas 38 años, Hill aprendió rápido a interactuar en el circo que rodea a la literatura. Sugiere títulos y deja frases latentes. Cuando se le pregunta por la experiencia más escalofriante que pasó en su vida –algo quizás significativo en un tipo que se dedica a ponerles los pelos de punta a sus lectores- contesta lacónico. “Hubo un par de meses en los que tenía miedo de perder la cabeza. Tuve que luchar durante un tiempo contra la paranoia y la ansiedad. Pero no quiero entrar en esos detalles”, dice quizás sólo para crear misterio. Cuando en cambio se vuelve a su idea de que el terror es tan prolífico como subvalorado en su país se apresura: “Estados Unidos es prolífico en todos los géneros. Nuestra exportación número uno es la industria del entretenimiento. Somos el país que hace hits musicales sólo para vender coca-colas”.
-En Cuernos, en otros de tus cuentos y en esta entrevista has citado más de una vez al diabli y a Dios. ¿Cuál es su relación con la religión?
-La Biblia del Rey James es el documento más importante de la literatura occidental y un tesoro oculto de la historia. Yo tengo mis propias creencias religiosas. No soy un gran fan de la religión organizada. Soy un tipo que piensa que la gente enloquece en las congregaciones y que sana sólo por sí misma. Una de las versiones que más me gusta diablo es el Lucifer que ofrece Mick Jagger en “Simpatía por el diablo”. Igual que el demonio de El exorcista. Pero mi demonio favorito es el caminante de La zona muerta.
No hace falta explicar por qué. Ese es el diablo de papá King.
Guido Carelli Lynch
Revista Ñ
Hace 7 horas.
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