17 de enero de 2009

Manuel Mujica Lainez / Biografía

Manuel Mujica Lainez nació el 11 de septiembre de 1910. Descendiente de Juan de Garay, fundador de Buenos Aires, su familia por ambos lados se halla afincada en América desde el tiempo de los virreyes. Su tatarabuelo materno es nada menos que Florencio Varela, político, abogado, publicista y jefe civil de la oposición a Rosas en el exilio.

Su padre, Manuel Mujica Farías, abogado y Ministro de Gobierno de la Provincia de Bs. As., procedía de un ilustre linaje; Eran terratenientes, poseían campos y saladeros.
Por parte de su madre, Lucía Lainez Varela, la familia era más ciudadana; había gentes de letras, coleccionistas, estaban en alguna medida vinculados con el arte. De ella, de Lucía, dueña de una gran ironía, sensibilidad y agudeza, heredó el bagaje cultural.
Ambas familias perdieron todo, todo; salvo el ingenio, y él justamente escribió sobre lo que se fue. Manuel posee la sensibilidad de un niño precoz que vivió entre mayores, aprendió mucho de ellos y, una vez desasido de la mano protectora y falible, los contempla y hace actuar.
Fue un niño muy esperado. Su hermano, el primogénito que llevaba su mismo nombre, murió al año y medio, de manera que cuando ocurre su nacimiento sus cuatro tías, hermanas solteronas de la madre, se dedican a malcriarlo. A los cinco años, andando en un triciclo en la terraza de la casa, cae en un tacho de agua hirviendo, razón por la cual debe pasar un año en cama rodeado de sus tías que le contaban cuentos, de los tradicionales y de los otros, los de la familia; esto lo nutrirá como escritor más adelante.
Su abuela hablaba inglés y francés perfectamente, cosa poco usual en una mujer de esa época. Manuel cuenta que yacía dentro de una cama inmensa, en medio de una habitación circular, a la que se accedía por una puerta. En realidad, se trataba de un kiosco del siglo XVIII donde los chinos tomaban el té. Rodeado de tallas de marfil, él se sentaba en una silla dentro del kiosco y su abuela, desde la cama, le contaba fabulosos cuentos.
Las tías Lainez eran pobres pero los jueves abrían su casa para un almuerzo triunfal al que Manuel llevaba gentes del periodismo. Era la forma en que ellas, haciendo gala de lo que había quedado de las vajillas importantes, se introducían en ese mundo fantástico de su sobrino y conocían artistas, pintores, escultores, poetas, críticos. Ahorraban toda la semana para ese gran evento, y el resto de los días comían frugalmente en cama.
Su madre escribía teatro en francés y español, y alguna vez recibió el elogio del premio Nobel Jacinto Benavente. Manuel escuchaba atentamente mientras su madre recitaba, de manera que no nos extrañe que su primera obra literaria fuera escrita a los seis años en forma de verso, en rebeldía a una comida a la que ni a él ni a su hermano Buby se les permitió asistir: el poema estuvo inspirado en la descompostura de uno de los comensales.
Cuando Manuel cumple trece años se trasladan a Francia por dos motivos: por un lado, era necesario para la cultura, y por el otro, era más barato vivir en París que en Buenos Aires. Junto a su hermano va a l´Ecole Descartes, donde estudia los clásicos franceses y la historia europea. Manuel recuerda que todo lo importante que sabía, junto con el griego y el latín, se lo debía a esa época. La enseñanza, la que contará en adelante para su futuro de escritor, así como el amor que le despiertan Balzac y Hugo, se la deberá a M. Bernard, de quien hereda la utilísima costumbre de las imprescindibles anotaciones en cuadernos y libretas.
Luego se trasladan a Londres durante un año, esta vez a casa de un tutor, Mr. Light, donde aprende el perfecto manejo de la lengua inglesa.

Al cumplir 17 años, regresan a la Argentina donde termina el bachillerato en 1928 y comienza la carrera de abogacía, que abandonaría en 1932. Simultáneamente, gracias a su amigo Mitre inicia su carrera periodística en el diario La Nación a los 21 años, haciendo notas de sociedad. Cansado de llamar por telefono a las familias “de sociedad” para saber sobre sus viajes, cócteles, enfermedades, etc., decide escribir un artículo en serio y llevárselo al jefe de redacción. Allí recibe su primera lección de periodismo: ¡Cuidado con los títulos! Efectivamente, el artículo en cuestión llevaba el nombre de “El culto de las vacas”, y al ser pasado a prueba de galeras, habían omitido la “t”. Imagínense. De esa experiencia aprendió que nunca un título debía dar lugar a ese tipo de equivocaciones.
Así comienza su vida periodística y los viajes que se transformarían en una constante en su vida. Viaja en Zeppelín desde Río de Janeiro a Europa. Estamos en 1935. Luego en submarino al sur de la Argentina. Ya en avión, es enviado como corresponsal a Oriente por seis meses y recorre China cuando Pekín estaba en manos de los japoneses; de allí vuelve con 17 cajones llenos de objetos increíbles, por ejemplo, una enorme estela funeraria de la Manchuria del siglo XIX con una maldición al dorso para quien profanara esa tumba, maldición que no le llega pues él la encuentra abandonada en un jardín. Trae también preciosas tejas chinas en cerámica esmaltaba que se usaban en las puntas de los techos de los templos o pagodas, un bastón de casi dos metros de una sola pieza en madera de cerezo, que perteneció a un monje mendicante. La lista sería larguísima.
Desde pequeño, en París, a orillas del Sena, cuando compra un pequeño plato de faïence, comienza a coleccionar y amar a los objetos. Él mismo dice: “desde niño creo en los objetos más que en los seres humanos. Los humanos pueden traicionarte. Los objetos no. He pasado la vida coleccionando objetos” . Por eso es que en su obra posterior el amor humano está reemplazado por el amor hacia los objetos, los libros, hacia las invisibles presencias revividas en el recuerdo o que se agitan en torno a los personajes y les son adictas y no reclaman compensación.
Estas colecciones impresionantes se encuentran reunidas en El paraíso, su casa en las sierras de Córdoba, en Cruz Chica, donde se instala junto a su mujer Ana de Alvear, su madre y sus cuatro tías en 1969, huyendo un poco, quizás, de tanta fama y frivolidad porteña. El Paraíso era entonces una heredad de 7 hectáreas, con siete casas y siete chimeneas. Hay un gran salón bizarro con ochenta y tantos retratos. El general Alvear, Dorrego y Teresa de Avila nos contemplan junto a otros proto hombres de nuestra historia nacional. Hay ídolos incaicos y estatuas precolombinas de sus viajes a Perú y Ecuador. Florencio Varela se asoma sobre una chimenea del gran. Hay 20.000 volúmenes y manuscritos que atestiguan más de 150 años de tradición literaria en la familia. Hay un manuscrito de la traducción al francés del “Amadís de Gaula” que data de 1540. La colección de retratos en miniatura es única en el país y casi la más importante. También hay una estatua de “Aquiles en el país de las mujeres” que su suegro, Alvear, trajo de París en 1916.
Además de ser uno de los mejores escritores de la Argentina, Manuel ejerció el periodismo, la crítica literaria y artística. Fue traductor de Shakespeare, de Moliere y de Racine, entre varios clásicos franceses. Perteneció a la Academia Argentina de Letras y a la de Bellas Artes. Recibió el Premio Municipal de Literatura y la Faja de Honor de la SADE, donde ocupó la vicepresidencia. En 1982 recibió la Legión de Honor del gobierno de Francia, y ya había recibido la de “Comendatore” de Italia, por “Bomarzo” .
Su fama de aristócrata, desdeñoso y snob, le sirvió de mucho para poner un poco de distancia ante el constante acoso de la gente y de la prensa. Fue muy amigo de sus amigos e inclaudicablemente solidario con la gente en sus momentos difíciles. A todo esto habria que agregar la virtud de la generosidad.
Murió el 21 de abril de 1984, a los setenta y tres años, tal como se lo había predicho Mme. Thèbas, célebre quiromántica parisina. Paradójicamente murió un sábado de gloria, en Semana Santa, y fue enterrado en el cementerio de Los Cocos un domingo de Resurrección.
Su casa se abrió como museo en Julio de 1987.

La obra
Su obra se inicia en 1936 con “Glosas Castellanas” , donde aborda una revisión del Quijote y Sancho Panza. Es el ejercicio literario en el que prueba sus armas y sus lecturas. Hay un alarde de casticismo y de arcaísmo que nos envuelven en reminiscencias literarias medievales y del siglo de Oro. Sigue en 1938 con “Don Galaz de Buenos Aires” , su primera novela, absolutamente influida por “La Gloria de Don Ramiro” , de Enrique Larreta. Está ambientada en el siglo XVII.
En 1942 escribe la biografía de Miguel Cané padre, hermano de su bisabuela, un romántico porteño. Su “Canto a Buenos Aires” data del año siguiente, está formado por 1092 alejandrinos y fue escrito en cuatro meses. El mismo año publica “Vida de Aniceto, el Gallo” (Hilario Ascasubi) por la que recibe el Premio Municipal. Por último, cerrando el ciclo de las biografías gauchescas, en 1947 aparece “Vida de Anastasio, el Pollo” (Estanislao del Campo). Estas biografías presentan la apariencia de esa elegancia, un poco frívola, de los caballeros porteños del fin del siglo XIX.
La forma biográfica la retomará Mujica Lainez más de diez años después en estudios sobre la vida de pintores como Victorica y Héctor Basaldúa.
En 1948 nos presenta “Aquí vivieron” con el subtítulo de “Historias de una quinta de San Isidro” ; son 23 relatos. En estos cuentos encadenados, que transcurren desde 1583 hasta 1924, crea el mismo ambiente perturbador de algunas narraciones de Valle Inclán.
Siguiendo con los relatos, aparecen en 1950 los cuarenta y dos de “ Misteriosa Buenos Aires” , su libro más vendido. Es la historia de la ciudad contada en cuentos. Su propósito era darle a Buenos Aires una perspectiva mitológica. Hay una carta de un personaje de Voltaire; aparece el Nicolasito Pertusato, el enano del cuadro de las Meninas; otro personaje que al morir se da cuenta que es Luis XVII, el hijo de María Antonieta. El último cuento ensambla directamente con las novelas posteriores.
Luego viene la saga de la aristocracia porteña que algunos llamaron “de la oligarquía”: “Los Idolos” , de 1952, está construida en tres partes cuyos títulos corresponden a los nombres de los personajes de mayor peso. Originalmente era la primera parte del libro y el editor le pidió las otras dos para hacerla más larga. A esto debemos el personaje quizá más espléndido de la novelística de Mujica Lainez, que es la tía Duma. La extraordinaria Duma, mujer poderosa de energía, de dinero y de prestigio social, desprejuiciada y audaz, generosa y egoísta, frívola y apasionada, que aparecerá una y otra vez en sus libros.
“La Casa” (1953). En la calle florida al 556 se encontraba esta mansión espléndida y es ella misma la que cuenta su propia historia mientras la van demoliendo día a día, poblada de remembranzas, seres desencarnados, angélicos y demoníacos.
“Los Viajeros” (1954) inspirada en su familia materna, quizá en sus tías. Son viajeros inmóviles que ya han estado en Europa y se preparan, con las maletas listas, a realizar un viaje que no sucederá nunca. También fue escrita en cuatro meses.
“Invitados en El Paraíso” es el primer libro en donde aparecen personajes tomados de la realidad de Buenos Aires, claramente identificables. También es la única novela de la saga escrita en tercera persona. Las otras tres están en primera persona.
Hasta aquí la que podría llamarse su obra de juventud, en la que alude a un tiempo retrotraído hacia lo pretérito, hacia lo envejecido, lo decadente, lo nostálgico, lo corroído, lo vagamente soñado, lo muerto. Páginas pobladas de seres insólitos, un poco acartonados, celosos del prestigio de casta, que matan el tiempo con pacientes, delicadas e inacabables tareas, y subsisten en el mundo como los peces rojos en su pecera de cristal.
En 1962 comienza su ciclo histórico con el monstruo de “Bomarzo” . Aquí Mujica Lainez, encarnado en el duque Pier Francesco Orsini, se prepara para modelar el sueño humano de la inmortalidad. Es una recreación ímproba del renacimiento. Fue convertido primero en cantata y luego en ópera por el músico Alberto Ginastera, estrenada en Washington y en Nueva York, prohibida por inmoral durante el gobierno de facto de Onganía y finalmente puesta en el Teatro Colón con todo honor y gloria.
En 1965 edita “El Unicornio” , que es una recreación del medioevo francés contada por el hada Melusina donde también se aborda el tema de la inmortalidad. Este es, en expresión de Manuel, el libro que más le costó escribir.
“Crónicas Reales” , junto con “De Milagros y de Melancolías” , fueron su desquite, su venganza hacia la historia. En el primero, inventó una dinastía falsa de reyes europeos y les hizo hacer barbaridades. En el segundo, inventa la fundación, vida y costumbres de una ciudad americana.
“Cecil” es su primer libro escrito en El Paraíso, Córdoba. Cecil es un whippet que lleva ese nombre en honor a Cecil Beaton, pues los Cárcano se lo regalaron en su estancia San Miguel, en Ascochinga, el día en que conoció al famoso fotógrafo. El recurso literario ya había sido empleado por Virginia Woolf con su “Flush” , en el que un cocker spaniel cuenta la vida de la poetisa Elizabeth Barret-Browning. Aquí Cecil nos cuenta la vida del novelista instalado para siempre en las sierras de Córdoba.

Y hablando de analogías, la crítica las señala con referencia a la citada Virginia Woolf y a Henry James. Beberá de Proust toda vez que reproduce escenas y seres que conoció tanto y que le darán inagotable vena inspiradora. Parangona a Henry James en la presentación del espectáculo de una clase social, la europea uno, la porteña el otro, que los fascina a pesar de defraudarlos en ocasiones; por la inclinación hacia las decoraciones suntuosas, refinadas, frívolas del escenario de esas clases. Lo mundano transformado en obra de arte, aunque de ella no se desprende ningún sentido moralizador.
Quizá esté más cerca de Virginia Woolf por la misteriosa capacidad de transmigración narrativa, vencedora de las barreras del tiempo y de los sentidos, que nos aprisionan al común de los mortales. De ahí nacen, en ambos, cierta poesía dolorosa, cierta risueña y festiva ironía.
También fue comparado con Giuseppe Tomasi de Lampedusa, autor de una única novela, “Il Gatto Pardo” , por la intensidad de la nostalgia de una época caduca, por el refinamiento de los medios literarios, por el lirismo que mana de la nostalgia.
Se señalan también sus coincidencias con Oscar Wilde, por el ingenio con frecuencia cáustico, por el “humour”, por la elegancia del construir y el decir.
Y aquí cabe mencionar las coincidencias entre Borges y Mujica Lainez: ambos descienden de familias históricas; a los dos los echan de sus respectivos trabajos (Borges trabajaba en una biblioteca; Mujica Lainez en el Museo de Arte Decorativo); después de la dictadura, Borges es director de la Biblioteca Nacional, Mujica Lainez Director de Relaciones Culturales en el Ministerio de Relaciones Exteriores; los dos entran juntos en la Academia Argentina de Letras; Borges presidente de la SADE, Mujica Láinez vicepresidente; las madres de ambos mueren el mismo año y Borges, en un espléndido poema que le dedica, expresa: “MML, alguna vez los dos tuvimos una patria y los dos la hemos perdido”.
Con “El laberinto” cierra el ciclo de sus novelas históricas y narra la vida de Ginés de Silva, el niño que aparece en primer plano a la izquierda, señalando un medallón, en el conocido cuadro del Greco.
“El entierro del Conde Orgaz” es una novela española, ambientada en la época inmediata posterior a la conquista, que recrea el barroco y el Siglo de Oro español.
También de 1974 es “El viaje de los siete demonios” . Este libro es un derroche de imaginación, gracia y sabiduría en el que siete demonios que holgazanean por el infierno son enviados por el diablo al mundo con la misión de tentar. Cada uno es especialista en un pecado capital y a cada uno se le da un reloj y un mapa. El reloj marca un año y el mapa un lugar.
“Sergio” (1976) nos narra los infortunios de un joven gay que se debate entre la virtud y la belleza. Aquí hay una magistral descripción de Venecia.
“Los cisnes” (1977), cuenta la historia de una casona semi derruida convertida en pensión bohemia y habitada por los personajes más disparatados, desde una prostituta -pintora naif- hasta un poeta que recoge una antología infinita sobre los cisnes.
Seguirán “Los Porteños” , una recopilación de artículos, notas, conferencias, etc, donde se evocan imágenes de un ayer ciudadano y rico convocado a través de personajes ilustres, algunos de su sangre y amigos.
“El Gran Teatro” (1979) cierra magistralmente el ciclo de novelas de personajes de Buenos Aires, y lo hace de la mano de la mítica María Zúñiga y su prima Amalita Zúñiga de Castro. Crónica admirable y risueña que desemboca en un insoslayable documento porteño.
“El Brazalete” (1981) y “Cuentos Inéditos” (1984) reúnen los cuentos escritos en los últimos años de su vida. “Placeres y fatigas de los viajes” es otra recopilación de sus notas como cronista del diario La Nación.
“El escarabajo” es su última gran novela, transcurre desde el antiguo Egipto, en que un anillo de lapislázuli le es regalado a Nefertiti, hasta nuestros días. Es una monumental revisión de la historia de la humanidad a través de elementos emblemáticos, en la que hace gala de todo su saber histórico.
“Un novelista en el Museo del Prado” es una fantasía en la que los personajes de las pinturas y estatuas abandonan sus telas y pedestales e inician aventuras nocturnas dentro del museo.
Su última novela, “Los libres del Sur” , quedó inconclusa. Estaba ambientada durante la tiranía de Rosas. Quedan algunos capítulos escritos y varias páginas de un cuaderno de notas.
En el año 1963, tras permanecer cuatro meses en cama debido a una hepatitis, comenzó a realizar unos álbumes–collage en los que pegaba fotografías y recortes de diarios y revistas sobre cosas que le interesaban, recuerdos de viajes, etc. Son nueve en total y él los llamó “Mis memorias gráficas” . Estos álbumes son una prueba más del exquisito ingenio de Mujica Lainez, puesto de manifiesto en los comentarios al pie que realzan fotos e imágenes. Este material aún es inédito.

Fuente:
Literaturas.com

Pueden ver mas info en:
Manuel Mujica Lainez en la Wiki

2 comentarios:

ELBA RAMIREZ dijo...

ME GUSTO COMPLETA Y UTIL PARA MI MAMOGRAFIA TIENE DETALLES CURIOSOS Y ENTRETENIDOS GRACIAS

Anónimo dijo...

Solo uso las partes rojas bastante util para my tarea escola