8 de junio de 2007

La única pista

Un cuento corto! Saludos!

La única pista
Por Estanislao Zaborowski

- ¿Y dice Usted que el ladrón solo dejó una pista?
- Ajá, una única pista – la voz del dueño de la estancia apenas se escuchaba tras la estática del teléfono.
- ¿Puede contarme de que se trata?
- Por supuesto, para eso lo he llamado comisario. Se trata de un objeto que cabe perfectamente en la palma de una mano. Puede arrojarla al piso, y le aseguro que difícilmente se romperá.
- Necesito mas detalles – sus voz se tornaba grave a medida que su curiosidad aumentaba.
- Digamos que no estaría mal si se lo llevara a la boca. Tampoco sería errado si se definiera como un objeto que calma el hambre.
- ¿Un objeto que calma el hambre? ¿Es comida?
- No precisamente comisario, no todo lo que uno se lleva a la boca es comida. Mi hija menor, que acaricia los seis años, tiene por costumbre morder la parte de atrás de los lápices. No exagero si le digo que al estrenar uno nuevo, la mitad se gasta en usarlo correctamente y la otra se consume entre sus dientes de leche.
- Me deja usted sin palabras, Roberto. No logro visualizar la pista que usted menciona.
- Déjeme explicarle – alejé el teléfono de mi boca para evitar que mi risa incipiente se escuchara al otro lado – Uno puede llevarla consigo en el bolsillo y cuando le apetezca puede sacarla y disfrutar de ella.
- ¿Una barra de chocolate? ¿El ladrón dejó en la escena del robo una barra de chocolate?
- No, ¡Pero podría ser! No lo tome a mal, pero tiene usted poca imaginación.
- ¡Pero de que me habla! ¡Porque no me dice su nombre y acabamos con esta cuestión!
- Roberto es mi nombre – me doblé en dos conteniendo la carcajada.
- Mire, no quiero ser grosero con usted, dado que ha sido victima de un asalto en su estancia. Sin embargo, déjeme decirle que estoy empezando a creer que esta llamada solo encuentra explicación en la llaneza de una burla.
- Para nada, mi comisario ¡En absoluto! Le daré más datos para que pueda hacerse una idea de que es lo que he encontrado aquí. A las ya características que le he mencionado, puedo agregarle que puede usted encontrar cierto contenido dentro del objeto. O sea, dicho de otro modo, el mismo puede vaciarse.
- Me doy por vencido. Tendré que ir para allá para verlo con mis propios ojos.
- ¡No hace falta! No se va a tomar la molestia de recorrer a caballo los catorce kilómetros que nos separan a esta hora de la madrugada. Además, parece que se avecina una tormenta y no quiero que tenga usted ningún percance.
- Es que me deja sin alternativa. No puedo ayudarlo desde aquí.
- ¡Entonces arriesgue! – dije, olvidando mi postura de victima.
- ¿Como dice? Es que esto es…
- ¡Perdón mi comisario, perdón! Quise decir, que intente ayudarme con alguna idea que ronde por su cabeza.
- Este asunto ya se torna un tanto absurdo. Pero está bien, siendo que es tarde y que usted no ha podido decirme como se llama el objeto en cuestión, me arriesgaré a decirle que la pista que ha encontrado bien podría ser una pipa, aunque no estoy seguro.
- ¡No! ¡Perdió! – mi grito se desparramó triunfante por los rincones de la habitación.
Colgué el teléfono y me recosté sonriendo nuevamente en la cama. Allí, debajo de las sabanas, le quité la cáscara a mi pista. Perdón, a la mandarina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es la segunda ves que lo leo... esta buenisimo, jajajaja