9 de diciembre de 2025
Volvió Dix pour cent a Netflix: por qué sigue siendo imperdible
4 de diciembre de 2025
The Forsytes: nueva versión, viejas pasiones
30 de noviembre de 2025
Cine de Domingo: Train Dreams: la película que convierte lo mínimo en trascendente
Un personaje que se vuelve símbolo sin perder humanidad.
No es un personaje “edificado” para que simpatices con él; es uno construido desde la honestidad. Ese tipo de interpretación que se siente más vivida que actuada.
Paisaje, memoria y fantasmas: los tres pilares de la película
Train Dreams funciona como una especie de elegía audiovisual. No solo cuenta lo que le pasa a Grainier, sino lo que le pasa al mundo alrededor de él.
1. El paisaje
2. La memoria
La película juega mucho con la sensación de que los recuerdos están desordenados, incompletos, casi como si fueran pedazos de algo roto. Y eso genera una sensibilidad preciosa: la historia avanza, pero no de forma lineal, sino emocional.
3. Los fantasmas
No fantasmas literales —aunque la película coquetea con lo extraño— sino de los fantasmas personales: la esposa perdida, la hija, la vida que no fue. Son presencias que no aparecen en pantalla todo el tiempo, pero están en cada gesto de Grainier.
1. Reivindica la vida de la gente común
En tiempos de historias grandilocuentes, Train Dreams recuerda que las vidas aparentemente insignificantes pueden contener una profundidad enorme.
2. Recupera un paisaje emocional del cine americano
El Oeste como escenario íntimo, no épico. Una tradición que se estaba perdiendo y que acá reaparece con madurez.
3. Mantiene viva la narrativa de Denis Johnson
La película no intenta copiar cada página de la novela, pero sí captura su alma: esa mezcla de realismo y lirismo, de dureza y ternura, de mística y tierra.
4. Te acompaña después de verla
No todas las películas logran esto. Train Dreams no termina cuando aparecen los créditos. Se queda. Te hace pensar en tu vida, en las pérdidas que cargamos sin mostrar, en todo lo que seguimos adelante sin darnos cuenta de que era importante. Ese es su verdadero legado.
26 de noviembre de 2025
Suite francesa: la novela que sobrevivió a su autora
Lo que impresiona es la lucidez con la que escribe en medio del caos. No hay rencor, no hay golpes bajos. Hay observación, sensibilidad y una especie de serenidad dolorosa que atraviesa cada página.
Irène Némirovsky: una vida brillante con un final desgarrador
Publicó novelas exitosas, movió contactos en la alta sociedad francesa y parecía tener una vida literaria asegurada… hasta que el antisemitismo se volvió ley.
A pesar de que Irène se había convertido al catolicismo, a pesar de que llevaba décadas en Francia, a pesar de su prestigio: nada la protegió.
En 1942, fue arrestada y deportada a Auschwitz, donde murió pocas semanas después. Su marido, Michel Epstein, también fue deportado y asesinado. Sus dos hijas sobrevivieron porque una familia las escondió.
La película dirigida por Saul Dibb, con Michelle Williams y Matthias Schoenaerts, toma principalmente la segunda parte de la novela, titulada Dolce. Visualmente es muy cuidada, con un tono íntimo y melancólico que respeta el espíritu de Némirovsky.
No es una adaptación literal—porque el libro está inacabado y la película necesita dar cierre a lo que la historia real no pudo cerrar—, pero sí conserva la delicadeza, la sutileza en los vínculos y ese clima de tensión silenciosa propio de la ocupación.Si uno ya leyó la novela, la película funciona como complemento emocional; si no, puede ser un buen punto de entrada para después ir al libro con la sensibilidad afinada.
Por qué este libro sigue vigente
Creo que Suite francesa sigue impactando por dos motivos:
La autora no sabía que moriría, pero intuía la amenaza. Y esa mezcla de miedo y lucidez le da al texto una profundidad única.
No son escenas épicas, sino detalles cotidianos. Personas que huyen, que sobreviven, que hacen lo que pueden. Eso la vuelve cercana, auténtica y dolorosamente humana.
Leer Suite francesa es entrar en la mente de una mujer brillante que no tuvo la oportunidad de terminar su obra más ambiciosa. Saludos, y hasta la próxima!
23 de noviembre de 2025
La trilogía de la niebla – Carlos Ruiz Zafón
En cuanto al ritmo, las tres son lecturas rápidas, con capítulos cortos y cliffhangers que dejan con ganas de seguir leyendo, y quizás terminarlo en una o dos sentadas. El tipo de libro que “por las dudas” le das a un chico/a para ver si le gusta leer y antes de terminarlo ya te está pidiendo otro.
Acá viene lo importante si sos padre, madre o estás buscando un regalo para un adolescente para las próximas fiestas:
El príncipe de la niebla: ideal desde 12/13 años.
El palacio de la medianoche: funciona perfecto entre 14 y 16 años.
Las luces de septiembre: también lo recomiendo para 14–16 años, especialmente si les gusta lo gótico light.
18 de noviembre de 2025
Elvis Presley: Unchained Melody
Al escuchar esta canción interpretada esa noche como si Elvis se estuviera despidiendo del mundo, y conocer la historia que había detrás, tengo que confesar que se me cayeron algunas lágrimas.
La interpretación de “Unchained Melody” que Elvis Presley dio el 21 de junio de 1977, en Rapid City, South Dakota, no es solo una canción más: es un pequeño pedazo de historia capturado casi por accidente, en un concierto que formaba parte del especial Elvis in Concert.
En ese momento, Elvis ya estaba muy lejos del ícono de los años 50 y 60. Se lo veía agotado, con graves problemas de salud, y cada movimiento parecía costarle el doble. Pero cuando se sentó al piano, van a ver ustedes, que algo cambió. Fue como si por un instante recuperara toda su fuerza, toda su sensibilidad, y la volcara en esos minutos de música.
El detalle más hermoso (y más triste) es que Elvis insistió en tocar él mismo el piano, algo que no solía hacer en el último tiempo. Se acomoda, respira profundo, se equivoca un segundo, sonríe… y arranca. Y lo que sale de ahí es una voz que no coincide con el cuerpo vencido que vemos: es firme, poderosa, desafiante. Como si en esa canción hubiera guardado lo último que tenía para dar, su despedida.
Hay algo muy humano (y de un significado enorme) en cómo Charlie Hodge le sostiene el micrófono, casi con cuidado de no lastimarlo. Y hay algo muy sobrecogedor en escuchar a Elvis llegar a esas notas altísimas, sabiendo que estaba a solo dos meses de morir. La gente aplaude, él hace una broma, y por un momento parece que todo está bien, como si esa noche pudiera seguir repitiéndose para siempre.
Pero no iba a repetirse. Y quizás por eso esta versión quedó grabada en la memoria colectiva: porque no es en absoluto perfecta, porque no es pulida… pero es lo más brutalmente honesta, frágil y, al mismo tiempo, gigante que he visto. Es Elvis aferrándose a la música cuando ya casi no quedaba nada más.
Esa noche en Rapid City no solo se cantó un dulce tema. Se cantó un pedazo de despedida. Y por eso, cada vez que suena esta versión de “Unchained Melody”, siento una gran nostalgia, pero también admiración: la última chispa de un artista que, incluso al borde del final, podía iluminar un estadio entero.
Se las dejo a continuación, y diganme si no ven ustedes, como vi yo, como el final de una vida va brotando de su voz:




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